Un día, el actor Juan Pablo Asanza fue a visitarlo a su oficina para contarle que el proyecto teatral en el que estaba trabajando se le había caído. Que había reservado la Sala Experimental del Teatro Centro de Arte para el 25 de octubre, pero que ahora estaba sin obra que estrenar. Y le pidió que le ayudara a elegir una y que, además, se la dirigiera para ponerla en escena en esa fecha. Deseaba una para cuatro actores y que no necesitara de alta inversión en escenografía.