No hay entrevista en la que el saxofonista guayaquileño Lucho Silva Parra, de 81 años, no deje de hacer bromas, porque el buen humor para él es fundamental, vital para vivir. Y tampoco faltan las anécdotas de su trayectoria (específicamente 66 años). Esta noche, Silva formará parte de un homenaje por su destacado recorrido en el mundo musical ecuatoriano y, sobre el tablado del Teatro Sánchez Aguilar, participará con artistas extranjeros y nacionales, quienes antes han compartido escenario con él. En diálogo con este Diario, el saxofonista habla de su carrera, del jazz (principal género que ha difundido), de la escena musical nacional y de los espacios artísticos.

¿Qué significa para usted la música?
Para mí es algo sublime que te conforta, te hace sentir mejor en todo aspecto, te llena la vida. La música es terapia para mí, te levanta el ánimo.

Publicidad

¿Ha hecho una revisión de qué le gustaría haber hecho y aún no ha logrado?
Lo que me ha faltado quizá sea tocar mucha música clásica. Me gusta, por ejemplo, el Concierto de Aranjuez; o Claro de luna, de Beethoven; o el Ave María, de Schubert. Esa música la toco para mí, pero en cambio, no la he tocado en un teatro, porque debería preparar más repertorio.

¿Cuál es su melodía preferida y por qué?
Hay tantas que es difícil escoger, pero, por ejemplo, Stardust me encanta, también la música de Glen Miller. Me gusta mucho Alfonsina y el mar y también toda la música de salsa, los bossanova. La música romántica me hace vibrar, como las de Manzanero. Hay unas que a veces me aflojan, me dan ganas de llorar, como por ejemplo Aquel señor.

Publicidad

¿Tiene cábala o amuleto para sus presentaciones?
Lo que tengo es una fe tremenda en el que me dio la vida, detesto que alguien tenga uno (amuleto), porque creo que el que te da la vida es el que te va a ayudar.

Primo hermano de su padre (el violinista Fermín Silva) fue el poeta Medardo Ángel Silva, ¿piensa que si usted no se hubiera dedicado a la música fuera ahora escritor o qué carrera hubiera escogido?
Si no hubiera sido músico, hubiera sido biólogo marino. También quería ser piloto de aerolíneas internacionales, pero mi padre no pudo pagar la carrera y seguí dedicándome a la música, porque sí me gustaba.

¿Quiénes han sido sus jueces en su trayectoria?
No es que me dicen que estoy tocando mal, sino que me sugieren que varíe el programa. Se trata de mis hijos, Pollo (Luis Silva Guillén) y Medardo. Ellos me dicen que pongamos una canción por otra y yo les hago caso pero mínimamente, porque conozco a mi público y sé lo que quiere.

Usted ha contado que dibujaba saxos cuando era pequeño y de esta manera su padre descubrió su talento por la música. ¿Cómo una persona puede percibir el talento musical de un niño?
Es fácil. Si el niño reproduce el sonido correctamente del acorde que se le va tocando en el piano entonces uno debe darse cuenta que tiene buen oído musical y puede iniciarse en el aprendizaje formal de la música.

Desde la Academia Preludio, donde enseña saxofón, ¿cómo percibe la afinidad de los jóvenes a este instrumento?
Los padres cometen el error de que cuando los chicos pierden el entusiasmo por estudiar música y justamente están tocando bastante lo retiran y queda el saxo botado. Son muy pocos los que perseveran.

Ha compartido escenario con sus estudiantes, ¿qué le ha significado hacerlo?
Me siento muy feliz, pero cuando ellos tocan algo difícil solos yo tiemblo del miedo porque no sé si saldrán mal, aunque ellos tienen sangre fría porque tocan naturalmente, hacen la venia y se van.

¿Cuáles han sido los aspectos que se han destacado en usted para alcanzar el reconocimiento nacional?
He puesto todo lo que tenía, por el amor que Dios me dio para la música. Creo que lo mejor de todo lo que he hecho en mi vida ha sido tocar el saxo aun cuando tocaba feo, pero tener un saxo en la mano es tener un tesoro.

¿Cuál es la fórmula para llegar a ser un músico destacado?
Hay que estudiar definitivamente o te quedas ahí.

¿Cuál es la peor cobardía de un músico?
Cuando sabe que tiene que tocar algo difícil y no se atreve aun sabiendo que sí puede.

¿Cree que hay un movimiento amplio de jazz en Guayaquil con la participación incluso de cantantes en ese género?
Claro que hay un movimiento grande de jazz en la ciudad, se ha expandido.

¿Cómo percibe el desarrollo de la música nacional?
Pienso que las familias deben incentivar mucho más a sus hijos, a los niños y a los jóvenes. Los padres quieren que aprendan la lucha libre, la natación, pero no estimulan la música. Aunque hay algunos casos de mucho entusiasmo, como un alumno de 71 años que tengo.

¿Cuál es el nombre de él y cómo llegó a usted?
Es el economista Miguel Arcos y empezó a tomar clases en 1991 con el saxofonista Horacio García hasta 1993. De 1994 a 1996 estudió con el Pollo. Conmigo está desde el 2006 en la Academia Preludio y ha demostrado ser un buen artista, porque además de tocar el saxofón es cantante y tiene tres producciones discográficas.

¿Considera que se puede vivir de una carrera musical en nuestro país indistintamente del género?
Sí se puede vivir bien, cómodamente, pero dependiendo de la calidad, de la excelencia que entregues, porque la gente valora eso en ti y te paga bien.

Sobre nuevos espacios como el Teatro Sánchez Aguilar, ¿cree usted que hay buen número de escenarios donde también la oferta cultural es variada y amplia o falta la creación de más lugares?
Son pocos los lugares para actividades artísticas y también se presenta poco de jazz.

Apuntes
El homenaje al saxofonista guayaquileño Lucho Silva Parra se desarrolla a las 19:30, en av. Río Esmeraldas, km 1,5 vía a Samborondón, detrás del c.c. Las Terrazas. La entrada cuesta $ 20.

Participan con él músicos nacionales como los requintistas ecuatorianos Naldo Campos y Ney Moreira, un quinteto de saxofones entre los que están Luis Izurieta, Melecio Layana y Édison Delgado, el cantante cubano Joel Alleguez y el percusionista puertorriqueño Edwin Bonilla (músico de Gloria Estefan).