“Quien no tiene enemigos, no merece amigos”. Con esta frase de su maestro Ambrose Bierce, Eduardo Galeano puso punto y final a la lectura de una veintena de las 366 piezas que componen “Los hijos de los días”, su último libro, el último esbozo de su manera de ver y sentir el mundo.

Y con esa postrera frase, el paraninfo de la Universidad de Barcelona, lleno a rabiar, rompió en aplausos. También aplaudieron las personas que estaban en el aula magna, las cuales, con resignación, tuvieron que seguir la lectura de Galeano a través de una señal cerrada de video.

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Aquello sucedió ayer a las nueve de la noche, un 9 de mayo histórico para la Universidad de Barcelona. Dídac Ramírez, su rector, confesó que era la segunda vez que se veía obligado a abrir el paraninfo (con capacidad para 500 personas) y la aula magna (con capacidad para 300). La primera vez que ocurrió aquello fue un día en que el exfutbolista y exentrenador Johan Cruyff, mito viviente del barcelonismo, dictó una conferencia.

Pero ayer el protagonista fue un Galeano que, a pesar de la expectativa que despertaba su presencia, llegó a la Universidad con calma, caminando con pausa, sin apenas ser perturbado. Y solo cuando apareció en el paraninfo emergieron los primeros aplausos. Él, de pie, mirando a su auditorio, respondió al público con otros aplausos.

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Entonces se sentó para escuchar la presentación de rigor por parte de Dídac Ramírez y del director de casa América Cataluña, Antoni Traveria. Y luego, antes de tomar los manuscritos que reposaban sobre la mesa, quiso dedicar su lectura al FC Barcelona y a Pep Guardiola, por “habernos regalado” unos buenos años a “quienes creemos que el fútbol puede ser una fiesta”.

A partir de ese momento, Galeano mostró su capacidad de escritor, pero también de contador de historias. Leyendo a ritmo lento, enfatizando en las palabras y sus significados, masticando las frases, desgranó los textos que, a juzgar por lo poco que miraba al papel, se los sabe de memoria. Y explicó que su libro se llamaba así porque “los días se echaron a caminar y nos hicieron a nosotros los hijos de los días, los averiguadores”.

Galeano comentó que el libro está compuesto por 366 pequeñas historias sobre cosas que han ocurrido un día determinando en un año cualquiera. En cada una de ellas escribe aforismos y sentencias, sus razonamientos y cuestionamientos. Y dice que el 12 de octubre de 1492, “los nativos descubrieron que eran indios”, o que el 17 de octubre se celebra el Día de la Pobreza, pero “nos falta saber por qué los pobres son pobres. ¿Será que su desnudez nos viste y su hambre nos da de comer?”.

El uruguayo también habló del medio ambiente y ensalzó el hecho de que la Constitución de Ecuador otorgue derechos a la naturaleza.

En sus textos, Galeano cuestiona a medios de comunicación y a la humanidad en sí, y recomienda a la gente saludar como los mayas: “Yo soy otro tú, y tú eres otro yo”.

Al final, el público aplaudió a Galeano y Galeano aplaudió al público.