Entra a su taller y comienza a olfatear la pintura. Y a saborear sus creaciones artísticas. Es como si entrara a la cocina, dice. Y es que en su taller tal como en la cocina, Marcelo Aguirre Belgrano combina sus ilusiones, sus sueños y obtiene como resultado un cuadro listo para exponerlo al público. “Nunca un cuadro está terminado; siempre le falta algo. Es como la comida: para el cocinero todo está a punto, pero para otros les falta sal, comino, ajo o decoración, en fin...”, afirma el pintor, mientras festeja su parodia.