Los periódicos eran, entonces, órganos de difusión de ideologías. Más opinión que noticias. Más interpretación que hechos. Algunos, incluso, fueron fundados por agrupaciones políticas, sociales o gremiales, más que para hacer periodismo, para hacer propaganda, para publicitar. También para atacar, incluso con duros calificativos, o para defender, en medio de loas.