QUITO
.- El redoble de un tambor y una sensual orquesta conformada por seis bellas mujeres dieron inicio al estreno del musical Cabaret, la noche del jueves pasado en el Teatro Bolívar, que dejó satisfecho a la gran mayoría del público que acudió a las cinco funciones que se presentaron de esta obra en Quito.

Desde temprano, los espectadores empezaron a llegar a la boletería del emblemático teatro capitalino, que hacía su reapertura luego de permanecer cerrado durante cinco meses por un incendio que afectó parte de la estructura.

Publicidad

Adentro los actores hacían los últimos calentamientos y repasaban sus movimientos. En sus rostros se podía visualizar algo de tensión, pero muchas ganas de salir al escenario y dar lo mejor ante un público que se encontraba expectante por el estreno.

Las puertas del Bolívar se abrieron a las 19:40 y poco a poco se fue llenando hasta cubrir cerca del 70% del aforo del sitio que supera las mil personas. Con 10 minutos de retraso, a las 20:10, arrancó el espectáculo, que llenó de magia la fría noche capitalina.

Publicidad

Bailes sensuales, diálogos llenos de comicidad y momentos de romanticismo son la tónica de Cabaret, una de las obras más aclamadas en el mundo y que tiene como protagonista a la cantante guayaquileña Pamela Cortés, en el papel de la recordada Sally Bowles.

Junto a ella actúan otros artistas de renombre, como Juana Guarderas, Álex Altamirano y Jaime Bonelli, quienes -bajo la dirección de Carlos González- revivieron esta propuesta que se desarrolla en el ambiente liberal del Berlín de la década del veinte.

Gerardo Trujillo, uno de los asistentes, manifestó que nunca antes había visto una puesta en escena parecida en Quito y destacó la voz de Pamela Cortés, quien dejó ver su experiencia como cantante.

Por su parte, a Raúl Paz le gustó mucho la soltura que mostraron los actores en escena y la naturalidad con que la actriz cubana Gretel Roche interpretó a Fraülein Schneider, la vieja mujer dueña de la pensión donde se desarrolla el amor entre Sally, y el aspirante a escritor Clifford Bradshaw, en una Alemania donde germina la ideología nazi.

También algunos asistentes más críticos como Tania Rivera, manifestaron que hay que mejorar el sonido para que se escuche a todos los actores de forma uniforme. Rivera reprobó que media hora después varios espectadores siguieran llegando al espectáculo programado para las 20:00.

Uno de los motivos para este retraso sería el cierre del parqueadero Cadisan, en horas de la tarde del jueves, lo que complicó el arribo a tiempo al Teatro Bolívar. La versión, que fue puesta en escena en Quito, es la misma que ofreció Broadway en 1998. Pero con un elenco ecuatoriano. Ahora sus organizadores esperan llevar el espectáculo a Guayaquil a más tardar el mes de noviembre próximo.