EFE
WASHINGTON.- Troy Davis, condenado a muerte por el asesinato de un policía en 1989, fue ejecutado ayer con una inyección letal en Georgia (Estados Unidos) tras varios intentos de última hora de su defensa para salvarle la vida y pese a las dudas sobre su culpabilidad y las numerosas peticiones de clemencia.

La ejecución se cumplió a las 22:08 de ayer, después de que la Corte Suprema de EE.UU. rechazara una apelación de los abogados de Davis, de 42 años y de raza negra, confirmó en una breve comparecencia ante la prensa una portavoz de la cárcel de Jackson (Georgia).

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"No fue mi culpa. No tenía una pistola. Soy inocente", dijo Davis antes de recibir la inyección, según relataron varios testigos de la ejecución.

La apelación ante la Corte Suprema fue el último recurso de sus abogados tras una larga jornada en la que sus diversos intentos por lograr la que hubiera sido la cuarta suspensión de la ejecución desde 2007 resultaron infructuosos.

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Davis fue condenado por el asesinato en 1989 de Mark MacPhail, policía de la localidad de Savannah, en Georgia.