Cada noche, desde hace dos meses, un grupo de sacerdotes, religiosas, misioneros y laicos se congrega en vigilia afuera de la catedral Nuestra Señora del Cisne de Nueva Loja como muestra de rechazo a la presencia del sacerdote argentino Rafael Ibarguren, miembro de la congregación Heraldos del Evangelio, quien asumió la administración del Vicariato Apostólico de Sucumbíos.
Ibarguren reemplazó a monseñor Gonzalo López Marañón, de origen español y de la orden de los Carmelitas Descalzos, que estuvo a cargo de la conducción pastoral de esa provincia por 40 años.
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Su inconformidad surgió tanto por la forma apresurada en que López salió de la misión cuanto por el estilo de evangelizar de los Heraldos.
Aunque el clérigo español ya había presentado su renuncia en el 2008 por haber llegado al límite de edad (75 años), esperaba que la Santa Sede le permitiera –como es costumbre– llevar adelante un proceso de transición de unos meses para adiestrar a su sucesor.
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Sin embargo, el 15 de octubre pasado, la Santa Sede le envió una carta para comunicarle que había llegado el momento de ser sustituido en su función.
Luego de agradecerle por su trabajo pastoral de cuatro décadas, el Nuncio le advertía que este “no siempre fue conforme con la exigencia pastoral de la Iglesia como tal”.
López y la misión carmelita se caracterizaron por desarrollar su labor de evangelización entre los pobres a través de las comunidades eclesiales de base; es decir, grupos de laicos formados en los sectores distantes –sobre todo en la selva– que suplían la falta de clérigos.
Estas comunidades se aglutinaron en lo que se denominó la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos (Isamis). Su patrona es la Virgen del Cisne.
En la misiva se le anunció la llegada de los Heraldos del Evangelio, cuya misión sería reorganizar el Vicariato.
Los Heraldos son identificados con el ala más conservadora de la Iglesia; esto es, más apegada a la doctrina. También se los conoce como los Caballeros de la Virgen de Fátima.
Por esta diferencia de carismas y hasta de advocación a la Madre de Dios entre esas órdenes, El Vaticano pidió a López que abandonara Sucumbíos cuanto antes y, de ser posible, que se regresara a España.
Las apreciaciones del Vaticano se basaron en un informe preparado por el obispo de Petrópolis, Filipo Santoro, quien visitó Sucumbíos en el 2009.
Este indicaba que la acción pastoral de López y los carmelitas había privilegiado el trabajo social de los laicos y no la vocación de la vida consagrada.
“Todo según los rigurosos cánones de la Teología de la Liberación”, criticó el sacerdote, refiriéndose a esa corriente teológica progresista o de izquierda dentro de la Iglesia.
Santoro proponía un cambio total en Sucumbíos: “La urgencia no es hacer cosas en el campo social y algunas otras cosas en el campo de la evangelización, sino partir de Cristo y hacer posible hoy el encuentro con el Señor, con la fascinación y estupor con que le han visto los primeros apóstoles”.
Según el presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE), Antonio Arregui, este tipo de auditorías es común cuando Roma recibe quejas de sus obispos.
“Un obispo siempre hace lo que buenamente le parece. Pero eso no siempre le gusta a todos. Hubo alguna molestia por el monseñor López que llegó al Vaticano y enviaron al delegado apostólico”, recuerda.
Entre noviembre y diciembre pasado, los líderes religiosos y laicos de la Isamis convocaron, como era usual, a sus asambleas anuales para coordinar el trabajo pastoral del 2011.
A estas reuniones invitaron al obispo Ibarguren, pese a que no estaban conformes con su designación y mucho menos con sus primeras acciones para reestructurar el Vicariato, como los cambios en directivas de las áreas de Juventud y Obras Misionales, a cargo de laicos.
Ibarguren asistió a la primera de ellas (20 de noviembre del 2010), pero faltó a las dos siguientes (10 de diciembre del 2010 y 7 de enero del 2011).
Fue en esa última reunión que la Isamis resolvió pedir a la Santa Sede la salida de los Heraldos. Hasta plantearon que su reemplazo temporal fuera el vicario de Aguarico, monseñor Jesús Esteban Sádaba. Y el conflicto se acentuó.
“Los Heraldos manejan un doble discurso. Dijeron que venían para dar continuidad al trabajo de monseñor López, pero no es cierto. Vinieron a implantar un nuevo modelo de Iglesia y destruir todo el proceso que nos ha costado construir en 40 años”, señala el padre Édgar Pinos, representante de los sacerdotes de Isamis.
Se refiere, por ejemplo, a la organización social de base que les ha permitido gestionar la construcción de escuelas y centros de salud.
En algunas iglesias, como la del Divino Niño, en el sector oeste de Nueva Loja; y en comunidades rurales, como El Eno, los miembros de la Isamis han impedido el ingreso de los sacerdotes heraldos. Y han organizado frentes de resistencia a sus actividades pastorales.
Actualmente, los Heraldos solo dan misa en la iglesia central de la ciudad.
Hubo, incluso, agresiones verbales y físicas hacia misioneros cercanos a los Heraldos, como Humberto Carrillo, diácono consagrado del recinto El Cóndor, al que la gente no le permitió participar en la misa del Miércoles de Ceniza.
Pero otros sectores de la Iglesia de Sucumbíos, como los grupos carismáticos, manifestaron su apoyo a los recién llegados, pues dicen ver en ellos una nueva forma de celebrar la eucaristía y dar los sacramentos.
También entre algunos fieles hay simpatía hacia ellos, aunque prefieren no decirlo en público. “Ya no tenemos que demorar hasta dos años para un sacramento”, opina un ciudadano que prefirió la reserva.
Para atenuar la pelea, hace tres semanas la CEE conminó al padre Ibarguren a promover el diálogo en la comunidad. Los acercamientos no han ocurrido, dicen los fieles. Hasta tanto, la vigilia se mantiene.
Relación entre el régimen y la Iglesia: Durante los últimos cuatro años
2006
Durante la campaña, el entonces candidato presidencial Rafael Correa se autoproclama afín a la Doctrina Social de la Iglesia. Se reúne con delegados de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE).
2008, enero-julio
La Iglesia presenta sus propuestas a la Asamblea Constituyente. Entre ellas incluir el nombre de Dios en el preámbulo de la Constitución, garantizar la vida desde la concepción y la libertad de educación religiosa.
2008, septiembre-octubre
La CEE anuncia una “catequesis constitucional” para promover el voto en contra de la Constitución de Montecristi. A su criterio, esta tiene normas reñidas con la doctrina católica, como la vía libre para el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo.
2009, octubre
En una visita a la Universidad de Oxford, en Inglaterra, el mandatario llama la atención al clero latinoamericano porque, sostiene, le ha dado más prioridad a los ritos que a las cuestiones sociales.
2011, marzo
Los obispos manifiestan su oposición a la campaña de planificación familiar para prevenir el embarazo adolescente porque afectará los valores morales y promoverá el aborto.