EFE<br />Madrid.- Tras quedar aparcados de los Globos de Oro y en la mayoría de los premios de la temporada, los hermanos Coen y su filme True Grit (Temple de acero) pueden convertirse en los tapados de los Oscar, que con diez candidaturas sí la han reconocido como una de las grandes películas del año.Mientras La red social ha arrasado en todos los galardones otorgados hasta el momento, Temple de acero ha ocupado un último y oscuro plano con una ausencia injustificada a la que ahora los Oscar y los Bafta ponen remedio, de momento con candidaturas.Diez nominaciones para los Oscar -dos más que La red social y dos menos que El discurso del rey- y siete para los Bafta británicos. Cifras que colocan a Temple de acero donde se merece estar, según los críticos; es decir, entre lo mejor que ha ofrecido el cine este año.Un filme en estado puro en una época dominada por la tecnología es lo que ofrecen los hermanos Joel y Ethan Coen en Temple de acero, un remake de la película del mismo título con la que Henry Hathaway no solo firmó un clásico sino que también ofreció al actor John Wayne el papel con el que conseguiría su único Oscar, en 1969.Difícil parecía superar un original que no ha envejecido con los años y en el que ni faltaba ni sobraba nada.Lo que han hecho los Coen es volver a la fuente, es decir, a la novela de Charles Portis que dio pie a la película. Y con unos pequeños ajustes y un reparto afinado han logrado un resultado a la altura de los grandes clásicos de un género denostado en los últimos tiempos, pero con gloriosas excepciones, como Unforgiven (1992).Eso sí, aunque basada con gran fidelidad en el libro de Portis, Temple de acero contiene la fina ironía típica de los títulos de los Coen, los momentos cómicos en medio del drama y los personajes que rayan el surrealismo más absoluto.Un estilo con el que los hermanos Coen han conseguido ya cuatro premios de la Academia de Hollywood: Mejor Película, Dirección y Guion por No Country For Old Men (2007) y Mejor Guion por Fargo (1996).Y que repiten para crear un envoltorio de lujo en el que han vuelto a contar con Jeff Bridges, con quien ya trabajaron en The Big Lebowski.Bridges interpreta a Rooster Cogburn, un cazarrecompensas tuerto al que le gusta el alcohol, de gatillo fácil y con escasa afición por la higiene.Un personaje muy estereotipado al que Bridges interpreta sutilmente y con tantos matices que hace creíble su radical evolución en la historia. Un papel con el que el actor brilla a un nivel más alto incluso que el del cantante de country fracasado de Crazy Heart, papel que le hizo ganar el año pasado su primer Oscar.Sexta nominación para un actor con una larga y variada carrera a sus espaldas, quien a sus 61 años se sitúa como uno de los grandes del cine.Además tiene en su contra lo difícil que es conseguir dos Oscar consecutivos (algo que han logrado Katherine Hepburn, Tom Hanks, Luise Rainer, Jason Robards y Spencer Tracy) y el absoluto favoritismo con el que parte Colin Firth por su interpretación del tartamudo rey Jorge VI, en la película El discurso del rey.Pero si Bridges da un recital de actuación, no se queda atrás la joven Hailee Steinfeld, quien a sus 14 años ha sido capaz de jugar de tú a tú con sus compañeros de reparto y de ganar hasta el momento seis premios por su papel de Mattie Ross, que ha supuesto su debut en el cine.Una joven que busca capturar al asesino de su padre. Y que contrata a Cogburn (Bridges) para que lo haga. Pero no solo, como es habitual, sino acompañado por ella. Y por un agente de la ley que aparece en el momento justo y que en esta nueva versión tiene la cara del actor Matt Damon. La joven actriz Hailee Steinfeld da toda una lección de frescura y es una de las apuestas más fuertes de Temple de acero para unos Oscar en los que aspirará a diez estatuillas, entre ellas la de Mejor Película, Director, Guion Adaptado, Actor Principal, Actriz Secundaria y Dirección Artística.