María Verónica León es una artista que no suele permanecer quieta. Está en constante creación y abierta, siempre, a exhibir y compartir su arte multidisciplinario. Aunque se inició como pintora y la pintura es una veta fuerte y característica de su carrera, se ha desplazado hacia otros géneros: el performance, la instalación, la fotografía, el video.

Residente hace 12 años en París, la artista ecuatoriana alista una exposición para una galería de la capital francesa, que luego piensa mostrar en su país natal; y prepara, además, un proyecto para Washington. Las que está gestando, son obras con diversidad de temas. Entre ellos, bisexualidad, homosexualidad y muchos otros, que ha incorporado a su universo creativo.

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Sus exhibiciones, que son el resultado de su propia gestión como artista, la ubican en escenarios disímiles, por donde ella busca transitar con su arte. En el 2007 intervino, en representación de Ecuador, en la Bienal de Venecia, Italia. En esa ocasión exhibió videopoesía. En el 2008, junto con artistas y reconocidos diseñadores (Carolina Herrera, Giorgio Armani, entre otros), intervino en una exposición organizada por la Unicef, en el Petit Palais, Museo de Bellas Artes de París.

Por el momento, sus horas las pasa en su taller, en París, imbuida en la preparación de sus trabajos. Pero aunque distante, no está alejada de Ecuador, país en el que nació hace 39 años y en el que descubrió, desde pequeña, que su vocación era el arte. Por ese motivo, cada vez que regresa (estuvo en el último trimestre del 2010) conversa con los estudiantes de sus experiencias en el arte y de sus conceptos, así como de la cultura. Lo que siempre les transmite es que tengan una mirada propia y auténtica, alejada de lo que ella conceptúa las élites o grupos, que, según dice, desean imponer una única forma de ver, entender y hacer arte. Afirma que el arte y la cultura necesitan nuevas ópticas, que partan desde lo auténtico, y cree que esas nuevas miradas pueden realizarlas los jóvenes.

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Una de sus aspiraciones, anota, es que la escena de la cultura ecuatoriana se dinamice. Por ese motivo lanza como ideas que en el país y, sobre todo, en Guayaquil, se puedan organizar ferias en las que se convoque a participar a los jóvenes artistas, con la mirada de curadores internacionales, y se abran espacios de diálogos sobre arte, en los que se refleje la diversidad que existe en este rubro.

León estudió arte en la Universidad Central de Quito, y trabajó con el maestro Oswaldo Guayasamín en los murales de la Capilla del Hombre, una experiencia que aquilata. Luego decidió irse del país.

Desde París se desplaza hacia distintos escenarios y aunque es una mujer que crea sus propias oportunidades, cuestiona que representaciones diplomáticas del Ecuador en el exterior no tengan una política cultural real y sostenida, a través de la cual se difunda el arte del país. Un hecho que le parece una contradicción en una nación que a menudo recuerda el lema de Benjamín Carrión: «Si no podemos ser una potencia militar y económica, podemos ser, en cambio, una potencia cultural nutrida de nuestras más ricas tradiciones».