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¿Alguien recuerda el primer Quitofest, en el 2003? Una pequeña tarima en el parque La Carolina, el ‘acolite’ de las bandas, $ 7.000 de presupuesto, cinco mil asistentes... Nada que ver con la octava edición, que se realizó el fin de semana pasado, por sexto año consecutivo, en el parque Itchimbía, en la cima de una loma ubicada en el centro de la capital.
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Primero, por la infraestructura e inversión. El costo de este festival de música independiente –el más grande e importante del país– estuvo en alrededor de $ 200.000.
Si bien en este año, por primera vez, hubo más de 30 auspiciantes, también se registraron pérdidas y el espectáculo, incluso, estuvo a punto de ser cancelado definitivamente.
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A dos días de la realización del concierto (previsto para el 1 y 2 de octubre), la revuelta policial y los decretos de excepción del Gobierno obligaron a cancelarlo todo. Los rockeros, que alistaban sus botas y chompas negras, tuvieron que quedarse en casa.
Esa suspensión costó cerca de $ 60.000, recuerda Rodrigo Padilla, quien junto con Jalal Dubois lideran la Fundación Música Joven, organizadora del espectáculo.
Todo parecía perdido. Pero decidieron intentarlo nuevamente. Recibieron el apoyo del Municipio y se lanzaron a la búsqueda de una fecha apropiada. Al mismo tiempo retomaron los contactos con las bandas nacionales y extranjeras... Estando en eso, el Gobierno decretó un feriado de cinco días y todo el trabajo logístico tuvo que frenarse.
Al final, las agendas cuadraron para que el Quitofest 2010 se realice el 13 y 14 de noviembre. Y, aunque con casi todo en contra, así fue.
El sábado 13 estuvo dedicado solo al rock duro. Por las laderas del Itchimbía –donde están ubicados los barrios El Dorado y La Tola, por ejemplo–, cientos de hombres y mujeres de negro, con el rostro serio y los pelos largos, subían rumbo a la cima. Al mediodía, los grupos Cabal, Romasanta y Chancro Duro empezaban a calentar el ambiente, pese a la lluvia y al frío.
Cuando caía la noche, esos cientos de rockeros que subían por las laderas se habían convertido en una marea negra de unas 15 mil personas.
A pesar del frío y de la lluvia –que caía suave, pero sin parar, como en los páramos–, los rockeros corearon las canciones de sus ídolos nacionales Basca y Viuda Negra.
El domingo 14, otra vez hubo un mal clima, lluvia y frío (alrededor de 10 grados).
Para este día estaba previsto un cartel de rock alternativo, hip hop, cumbia dub, reggae y ska.
El lugar de los hombres de negro del día anterior fue ocupado por jóvenes más coloridos, vestidos con sacos de verde, pantalones rojos, gorras, boinas, artesanías, bolsos...
Junto al escenario había quienes bailaban o saltaban los pegajosos ritmos y había quienes, a la vez, hacían malabares, igual que lo hacen en los semáforos de la ciudad. Esta vez fue un juego, una manera de verse y hacerse ver.
Alma Rasta, un grupo de reggae, predicaba a favor de la paz, en contra del racismo e insistía en la importancia de estar juntos a pesar de las diferencias.
Luis Rueda & el Feroz Trío, una agrupación guayaquileña, tuvo una destacada participación. Luego de muchos años de no tocar en Quito, regresó con el aplauso del público.
“Esto no se entiende: aquí hay que moverse mucho para que no afecte el frío, pero al moverse mucho a uno le falta el aire...”, dijo al final de su presentación. Tras otra tarde de lluvia, la noche cae y empieza el cierre del Quitofest ante unas cinco mil personas.
Sin duda, la postergación del festival afectó a todos: hubo pérdidas económicas, jóvenes de provincias que ya no pudieron llegar a Quito, rumores de cancelación definitiva que desmotivaron a otros y ausencias importantes, como la de Lamb of God, una banda estadounidense reconocida mundialmente, que solo podía venir para el fin de semana del 1 y 2 de octubre...
Rodrigo Padilla reconoce esos inconvenientes, pero no les da mayor importancia. El Quitofest 2010 fue masivo y fue una fiesta de la diversidad cultural y musical del país, dice.
A la par del evento musical, en el Palacio de Cristal, al lado del escenario, hubo exposiciones de fotografía y el Gobierno tuvo sus espacios. Ecuador TV instaló allí sus equipos e hizo la transmisión de algunas partes del concierto; también se desarrolló la campaña El machismo es violencia.
En un extremo se levantaron carpas para la venta de comida típica, discos, camisetas y artesanías.
Para Roberto Auz, un promotor cultural, quien piense que solo se disfruta con la música comercial o que el color negro no tiene matices está invitado a la próxima edición, en el 2011.
Es posible, dice, que se sorprenda al ver a las bandas, a los malabaristas, a los niños que van con sus padres. Y es posible que no pare de contar: negro punk, negro metal, negro hardcore, negro reggae, negro con colores, negro oscuro, negro claro, negro corazón...
El festival
La primera edición del Quitofest fue en el 2003, en el parque La Carolina. Desde el 2005 se hace en el Itchimbía.
El parque Itchimbia está ubicado en la cima de una loma del mismo nombre, en el centro de Quito. En sus laderas están asentados barrios tradicionales como El Dorado, La Tola y San Blas.
En el festival no hubo consumo de licor.
Se presentaron catorce bandas nacionales y cinco extranjeras. Las nacionales fueron Cabal, Romasanta, Chancro Duro, Mad Brain, Curare, Viuda Negra, Basca, Veda, Niñosaurios, Miss Goulash, QM FAM, Alma Rasta, Luis Rueda & El Feroz Trío y Biorn Borg. Las extranjeras fueron Carnifex (Estados Unidos), Krisiun (Brasil), Desorden Público (Venezuela), Monareta (Colombia) y El Cuarteto de Nos (Uruguay).