¡Cricrí! Un grillo trata de hacerte creer que canta. Pero en realidad lo que hace no se llama cantar, sino estridular. Un grillo no usa como tú su voz, sino que frota los bordes de sus alas. Para imitarlo, intenta pasar el dedo por los dientes de un peine. Los grillos hacen ruido para llamar la atención ¡y lo logran! Alcanzan una nota mayor que la octava más alta del piano.