Escribe para la revista virtual Casa de las Iguanas. Dirige el taller de creación literaria para jóvenes y adolescentes del colegio Celestín Freinet. Es miembro fundador de Puerto Guerrilla (tácticas de intervención literaria), un proyecto que tiene como fin renovar los formatos de las lecturas poéticas, así como su inserción en la esfera urbana. Se trata del escritor ecuatoriano Wladimir Zambrano, de 25 años, quien resultó ganador del primer lugar en la segunda edición del Concurso Nacional de Poesía David Ledesma Vásquez, con la obra Diario del crepúsculo (mínimo vital de una partida). Esa competencia fue la primera de carácter literario en la que ha participado. Ya en el 2007 concursó como pintor en el Salón de Octubre, en el que su obra, Las edades del poeta, resultó admitida.
¿Qué representa para usted el premio David Ledesma Vásquez?
Una verdadera alegría, como todo premio que se recibe, sobre todo porque es el reconocimiento a una labor que realizo desde que era un niño.
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¿Qué significa para usted la obra Diario del crepúsculo, que lo hizo merecedor del galardón?
Diario del crepúsculo es una reflexión poética-filosófica que dibuja la analogía entre el final de una relación como vestigio de una idea y la pérdida de los detalles o las formas a medida que el sol se borra en un paisaje de fuego. Habla sobre el valor del lenguaje y el peso del silencio al ingresarte en la ficción del “nunca”, esa expresión que a pesar de ser un hecho en los labios del que la pronuncia, avanza a la memoria del otro estrepitosamente, fijando su residencia en los colores intensos que se pierden: portales, nubes, palabras, pasadizos y viajes por donde migro lentamente de lo que soy a lo que fui. Una reinterpretación biográfica de todo lo que puede ocurrir durante un año.
¿Cuáles son las posibilidades de destino que visiona para su texto ganador?
Muchos dirían: la publicación (que ocurrirá por supuesto), pero para mí ese es solo un aspecto de la literatura, no el más importante. Yo ahora me encuentro trabajando en la intervención performática de este texto, que es donde, creo yo, radica la verdadera fuerza del poema. Muy poca gente compra o lee poesía, y esto es porque la imagen que tiene el público de los poemas es dada por los lanzamientos y sus poetas, que suelen ser largas salmodias de completo aburrimiento y murmullo.
¿Si no se hubiera vinculado con la poesía, a qué otro género hubiera acudido para hacer literatura? y ¿por qué?
Yo creo que decir que escribo poesía y solo eso es algo en lo que no he pensado, para mí todos son campos de acción para la poesía, hay ocasiones en que esta fuerza requiere del poema, otras del ensayo, otras de la acción performática, otras de la narrativa y otras de las artes plásticas... para mí da igual... yo solo tengo la idea y luego se expande por sí sola...
Para escribir poesía es necesario leer poesía, ¿a qué escritores ecuatorianos ha recurrido para nutrirse de la labor literaria?
Todos los maestros de literatura que he conocido siempre han coincidido en esto: para ser buen escritor, primero hay que ser buen lector. Y nada más cierto que escuchar las voces de aquellos que sobrevivieron a la experiencia humana. El poema como número final. El poema como número de inicio. El ouroburos secreto por donde vivimos todos. Y sí, me he nutrido mucho de los maestros de la poesía ecuatoriana. Entre ellos puedo mencionar a Francisco Tobar García, Hugo Mayo, Jorge Carrera Andrade, Hugo Salazar Tamariz, el mismo David Ledesma y Francisco Granizo Rivadeneira, eso sin contar los maestros que todavía están vivos, como Javier Ponce, Roy Sigüenza, Iván Carvajal y Ernesto Carrión.
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¿Qué perspectivas tiene de la poesía actual ecuatoriana?
Pienso que en cuanto a creación son muchos los trabajos que valen la pena, pero también creo que estos trabajos se centran mucho en el peso del libro, dependen de la escasa o pésima difusión que se les da a los lanzamientos, recitales y encuentros, que además de ser aburridos y monótonos no ofrecen nada al público joven. Y, lo que es más preocupante, no existen iniciativas por parte de estos para cambiar el formato de los recitales, pareciera que piensan llenar los eventos literarios con los amigos de siempre más los alumnos de turno, más los parientes de siempre.
¿Considera que participar en concursos literarios es una de las formas de difundir su poesía o falta algo más para volverse reconocido?
Creo que el reconocimiento lo da el tiempo, nada más. Cuando este se lave las manos con un movimiento implacable, solamente los que han hecho un verdadero trabajo quedarán en pie. Y eso es todo.