El poeta cuencano Hugo Salazar Tamariz, con Sinfonía de los antepasados; el también cuencano César Dávila Andrade, con Boletín y elegía de las mitas; y el manabita Hugo Mayo, con Caballo en desnudo, fueron los ganadores del primero, segundo y tercer premio, respectivamente, en la primera edición del Concurso Nacional de Poesía Ismael Pérez Pazmiño,  hace 50 años.

Los jurados en esa ocasión fueron Ezequiel González, Alejandro Carrión, César Andrade y Cordero, Horacio Hidrovo y Rosa Borja de Ycaza.

Bethsaída Salazar, hija de Salazar Tamariz, sostiene que este certamen literario es el “más trascendental que se ha realizado por el desarrollo de la poesía nacional y es necesario que se siga realizando para que la juventud se incentive por la literatura”.

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Su  padre nació en Cuenca el 2 de septiembre de 1923. Vivió en Guayaquil. Era socialista y perteneció a grupos literarios. A más de poemarios, escribió teatro y fue actor. Se destacó como cuentista y novelista. El escritor, de quien se recuerdan diez años de su muerte, pues falleció el 31 de enero de 1999, dejó poemas inéditos.

César Dávila Andrade nació el 2 de noviembre de 1919. En su obra destacan los poemas, aunque también hizo novelas cortas, cuentos y artículos periodísticos. Es considerado una de las voces más representativas de la lírica del país, perteneció a la Generación del 44, que surgió de un hecho histórico nacional: la guerra peruano-ecuatoriana de 1941. En el país hay un certamen de poesía que lleva su nombre. Murió el 23 de abril de 1967 en Venezuela.

Hugo Mayo fue el seudónimo que usó para su trayectoria literaria Miguel Augusto Egas. Nació en Manta en 1897 y falleció en Guayaquil en 1988. Fundó las revistas Síngulus y Motocicleta. Sus poemas se difundieron más en revistas del extranjero.

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El poeta Fernando Cazón Vera afirma  que este certamen fue  de gran importancia porque premió a grandes autores  del país. El también poeta  Carlos Eduardo Jaramillo, quien obtuvo el primero y tercer premio en la competencia, lo define como “una hermosa confrontación poética que nos exigía una cierta disciplina para concluir los poemas”. Cazón   y Jaramillo coinciden en que el poema Boletín y elegía de las mitas, de Dávila Andrade, es una de las “máximas creaciones” que se derivaron del Concurso   de Poesía Ismael Pérez Pazmiño.