Nada de fenómenos cinematográficos paranormales. Nada que se salga del género o el esquema. Nada memorable, pero The Hangover, tristemente traducida para Latinoamérica como ¿Qué pasó ayer?, es, además de la última película de Todd Phillips (Todos los hombres del Rey, 2006; Starsky & Hutch), una comedia que tiene la particularidad de hacer morir de risa al espectador, desde la primera a la última escena (ojo, no se levanten hasta que terminen todos los créditos).

En el peldaño del género cómico hollywoodense, los directores y guionistas suelen utilizar el método de la coctelera: varios ingredientes inconexos, absurdos y hasta ridículos, para ver qué sale.

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Lo que pasa es que Phillips se dedicó a construir tan bien las situaciones cómicas y el trabajo de los actores es tan sólido, que hasta la poca originalidad de la trama se le perdona. Decía alguna vez una maestra mía que cuando se le notan las costuras a un texto a veces es necesario cerrar la tapa definitivamente.

A este texto audiovisual se le notan las costuras, pero para bien. El espectador podrá imaginarse que a la hora de la filmación el equipo se divirtió tanto que la pantalla lo absorbió y lo convirtió en muy buena química.

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El resultado es una cinta con buen inicio, rápida en su introducción, excelente en su edición, con una banda sonora compuesta de letras súper apropiadas y la locura de reconstruir los hechos tras una noche de borrachera en Las Vegas, pero sin encontrar una pieza importante del rompecabezas.

En pocas palabras, podríamos hallar una mezcla entre Memento y Virgen a los 40.

Y para quienes no hayan visto nunca Rain Man (con Dustin Hoffman y Tom Cruise), búsquenla; es muy posible que de no hacerlo se pierdan algunos de los más interesantes gags en The Hangover. Justin Bartha, Bradley Cooper, Zach Galifianakis, Ed Helms y Heather Graham logran una película en la que verdaderamente lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas, pero aquí solo nos resta celebrarlo entre tantas películas que resultan un desaliento para esta crítica.