Woodstock es la segunda congregación más grande que se haya juntado por motivos festivos. Solo en India, en la época del medievo, se reunió una muchedumbre parecida en un festival religioso. El Newseum, un museo de noticias en Washington D.C. describe a Woodstock como el momento histórico en el que los medios reconocieron a la música como una fuerza cultural y comercial, y la revista Time lo calificó como “el más grande happening de la historia”.
Como una gigantesca peregrinación bíblica, la gente caminó desde la noche anterior para llegar adonde el ímpetu cósmico de esta celebración generacional era incontenible. Utilizando un sistema de sonido con tecnología de punta para la época con innovaciones, y para 200.000 personas, la música empezó la tarde del viernes 15 de agosto a las 17:08.
Publicidad
Este primer día se ofrecía a los artistas más folk del festival. Empezó Richie Havens, un negro vanguardista del Village de Nueva York, con gran energía. La marea de jóvenes vivió una sensación eufórica, descubriendo que en realidad estaban en sintonía con lo que sucedía. Comunidades enteras en buses psicodélicos llegaban para hacer su propia música y respiraban con Swami Natchidananda, de India, que desde el escenario impartía enseñanzas. Ravi Shankar, maestro de la cítara, hacía delirar a la gente que, con ansias de espiritualidad, buscaba erradamente satisfacerse con psicodélicos.
Así, la gente del pueblo de Bethel, ante la invasión de hippies, murmuraba “Paz”, ofreciéndoles agua y devolviendo sonrisas. Los milagros seguían sucediendo, la amabilidad de las fuerzas del orden, la comida que botaban los helicópteros y las flores que descendían del cielo, todo apuntaba a lo que se convertiría en la más grande demostración de unidad hippie. El segundo día, con la indetenible llegada de gente, el festival fue declarado de libre acceso, dando paso a los artistas más sensacionales de la época. Janis Joplin descendió de un helicóptero en la noche, tomó el escenario para, a cappella, emitir gritos y movimientos de baile en una indiscutible muestra de talento.
Publicidad
El festival tuvo grandes momentos musicales. Santana puso de pie a medio millón con solo tocar sus primeros acordes, Sha-Na-Na revivió el rock original, y Joe Cocker estuvo extraordinario interpretando a los Beatles en soul. Hubo fracasos como el desastroso set de Grateful Dead y el guitarrazo que le propinó Pete Townshend al activista Abbie Hoffaman noqueándolo en pleno escenario.
Pero la banda sonora del festival podría oscilar entre la belleza acústica y armonía de Crosby, Stills y Nash, tocando por primera vez en público y la desconcertante interpretación de Hendrix al himno de EE.UU.
La protesta antibélica se mezcló con la era de Acuario y así, la fuerza de la muchedumbre más en evidencia durante la lluvia, y sus estragos puso a bailar y repicar latas a los hippies, que, en vez de sentir desesperanza por la incomodidad lodosa, celebraron el triunfo del espíritu ante la adversidad.