Unos 700 m² encierran las ilusiones y las oportunidades de doce artistas de Latinoamérica que exponen lo mejor de sus obras en el Pabellón Latinoamericano en  la 53ª edición de la Bienal de Arte de Venecia, un espacio que el domingo pasado fue inaugurado en esa ciudad.

Este pabellón, uno de los muchos que alberga la ciudad italiana, está promovido por el Instituto Ítalo-Latinoamericano (IILA), que desde 1972 concursa en esta muestra internacional de arte, en la que este año participan 77 países.

El IILA promueve este espacio propio de arte contemporáneo de Latinoamérica con la intención de que suponga una rampa de lanzamiento para muchos artistas y para dar la oportunidad de estar en Venecia a todos aquellos países de la región que, de otro modo, no podrían acudir por su discreto presupuesto.

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Así lo explicó en una entrevista la comisaria adjunta del pabellón, la italiana Alessandra Bonanni, actual máxima responsable de lo que en él puede verse, luego de que el pasado 11 de mayo falleciera la argentina Irma Arestizábal, encargada hasta ese entonces de seleccionar y organizar las obras.

“Irma era una gran amiga para mí. Ha sido un gran honor poder llevar a buen puerto el diseño que ella realizó y que desafortunadamente no pudo ver completado. Su muerte ha causado una gran conmoción entre los artistas, que contribuyen ahora a esta atmósfera de solidaridad que se respira” en el pabellón, dijo Bonanni.

Aunque Arestizábal no pudo llegar a la inauguración del pabellón en el que trabajó durante meses, la argentina sigue muy presente en el espacio del arte latinoamericano en Venecia, pues la peruana Sandra Gamarra la ha retratado de espaldas en una de las obras expuestas.

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Gamarra comparte este pabellón de tres salas con otros once artistas latinoamericanos, cuya obra queda recogida bajo el título de Mundus Novus-Arte Contemporáneo de América Latina, y que mostrarán al público sus composiciones  hasta el próximo 22 de noviembre dentro de la bienal.

Estos artistas son Gastón Ugalde, de Bolivia; Alberto Baraya y Luis Roldán, de Colombia; Federico Herrero, de Costa Rica; Carlos Garaicoa y Ramsés Larzábal, de Cuba; Fernando Falconí, de Ecuador; Nils Nova, de El Salvador; Darío Escobar, de Guatemala; Paúl Ramírez Jonas, de Honduras, y Raquel Paiewonsky, de República Dominicana.

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Todos ellos dan muestra de la poca pintura que ofrece al público esta Bienal de Arte y la gran cantidad de instalaciones artísticas menos tradicionales que pueden verse. “Si hasta el propio (director de la bienal, Daniel) Birnbaumm llegó a decir que bastaba ya de videos y de composiciones audiovisuales”, comentó Bonanni entre risas.

En el Pabellón Latinoamericano pueden verse desde las composiciones textiles del boliviano Ugalde (Marcha por la vida), muy propias de los tejidos de su país, hasta los edificios de papiroflexia levantados por el cubano Garaicoa (Bend City).

Y todo sin olvidar los neumáticos de bicicleta del guatemalteco Escobar (Kukulkan) o las fotografías del propio pabellón, cuando estaba vacío, del salvadoreño Nova (Después y antes), una de las obras, según Bonanni, que más “impactan” a quienes han acudido hasta ahora.

“El pabellón tiene una armonía muy particular”, dijo la comisaria adjunta mientras mostraba la exposición a quienes decidieron darle un vistazo al arte latinoamericano.

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El IILA cuenta con otra exhibición en la Facultad de Economía de la Universidad CaFoscari, de la ciudad de los canales, para rendir homenaje al Museo de Arte Contemporáneo Italiano de América.

Más datos
Fuera del Pabellón Latinoamericano, por contar con espacios propios, están México, Brasil, Chile, Uruguay, Argentina y Venezuela.

Chile, que participa por primera vez en la bienal, presenta a uno de sus artistas jóvenes más destacados, Iván Navarro.

México participa por segunda vez con pabellón propio, con las   instalaciones, pinturas y objetos de Teresa Margolles..