Para escuchar a Pierre Mirabaud, Presidente de la Asociación de Banqueros  Suizos, acudimos al almuerzo anual  que ofrece esa asociación a la prensa extranjera, esta vez en un clima agitado, habida cuenta que la actualidad nos ha situado en medio de un huracán de una fuerza  nunca antes experimentada pero de cierta manera  esperado, ya que desde febrero 2007 eran visibles las señales anunciadoras de la situación actual, a través de  la crisis de créditos «subprimes» en Estados Unidos.  El encuentro con Mirabaud, de hecho fue una oportunidad de obtener mayor información en este período marcado por  un gigantesco sismo económico global originado en una crisis financiera que está estremeciendo los fundamentos de nuestra sociedad planetaria, dando paso a  mayor pobreza y amenazando con hacer desaparecer una gran parte de la clase media.

La repercusión de esta conmoción sobre las instituciones financieras internacionales originó un agotamiento de liquidez  a  nivel mundial, y  alteraciones considerables en las bolsas de valores. Hoy, los diferentes estados proponen costosos planes de  reactivación  con objeto de restablecer  la confianza y dar fin a la recesión, siendo la meta esencial de la Cumbre del  G-20 de Londres el fijar medios para luchar contra este desastre económico, entre ellos regular  el sistema  económico y “terminar con los paraísos fiscales y países no cooperativos”, según el criterio de la OCDE, especie de órgano consultivo creado en 1961 por 20 países, principalmente países desarrollados.

Se añade a lo anterior el impacto sobre el secreto bancario, factor crucial del éxito de la plaza financiera suiza que se encuentra entre las más importantes del mundo.  Después de  la petición del fisco norteamericano a la UBS, que todos conocen, y frente a las presiones internacionales, la Confederación ha actuado  conjuntamente con los países que practican el secreto bancario, dándole mayor flexibilidad a la diferencia entre evasión fiscal y fraude fiscal a fin de no figurar en una lista negra de la OCDE. “Lo importante para Suiza es la relación privilegiada de confianza que mantiene con sus clientes, entre ellos  muchos retiran su capital de países que consideran inseguros  para ponerlo a buen recaudo y eso no tiene nada que ver con  evasión fiscal”, precisó  Mirabaud.

Suiza, especie de ícono de  la industria de gestión de fortunas, tanto de locales como de extranjeros, se apoya en el secreto bancario en el cual pone toda su energia para garantizar su perennidad.

Pero en todas estas consideraciones financieras-económicas la dimensión humana estuvo ausente durante la reunión.  Así, al citarle a Mirabaud unas palabras de Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz y creador del microcrédito,  quien en una ocasión  declaró con profunda tristeza que  “serán los pobres los más expuestos a las consecuencias de esta catástrofe de la cual no son responsables y que los grandes de las finanzas, aunque también se encuentran en medio de la tormenta, no están amenazados en sus medios de subsistencia ni en sus propias vidas…simplemente serán un poco menos ricos”, respondió Mirabaud a esta corresponsal que, en efecto, es un drama  angustioso para los países emergentes y en desarrollo, donde el flujo de inversiones y las operaciones bancarias se van cerrando.