“Maravilloso, sereno y dedicado a su escritura, a su poesía”. Así recuerda Tarsicio Granizo Ribadeneira a su hermano Francisco, quien murió el miércoles pasado a los 83 años.

El Ministerio de Cultura resaltó en un comunicado la trayectoria del artista como ensayista, diplomático, catedrático, y periodista. “Es considerado uno de los grandes poetas ecuatorianos de los últimos tiempos. Siempre se mantuvo al margen de los grupos tradicionales de literatura”, señaló el documento emitido la semana pasada.

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El escritor falleció al no resistir una operación a la que se sometió por problemas en los intestinos, indicó un familiar.

Granizo escribió sus primeras letras cuando aún estudiaba en el colegio San Gabriel de Quito, influenciado por la tradición familiar.

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Nunca contrajo matrimonio. Fue profesor de Interpretación de la Cultura en la Universidad Central entre 1970 y 1977. Ejerció la diplomacia en Estados Unidos, Venezuela y Chile.

Para Irving Zapater, catedrático de la Universidad Católica, fue uno de los más importantes escritores de los últimos años. “Posiblemente no fue del todo comprendido”, refirió, y para constancia de lo dicho agregó que no se le concedió el premio Eugenio Espejo.

Algunos críticos, añadió Zapater, sostenían que la poesía de Granizo era trasnochada lo cual él no comparte. “Era un lírico con corte clásico y sus sonetos así lo demuestran”.

En una semblanza entregada por sus allegados señaló que la desazón y el tedio, la inutilidad del esfuerzo eran temas recurrentes en su obra.

A partir de 1970, Granizo fue redactor de diario El Tiempo, de Quito.
Diez años más tarde se integraría como redactor de los diarios La Hora y  Expreso. Además fue director de la radio de la Casa de la Cultura.

Sobre Granizo, Hernán Rodríguez Castelo en la revista Cultura, volumen 8, refirió: “En una selección de los mayores poetas ecuatorianos del siglo, así fuesen diez o menos, no podría faltar Granizo. Una trayectoria lírica ejemplar y sostenida, cada vez más honda y más alta, lo ha dejado en el más alto lugar dentro de una de las vertientes de la lírica ecuatoriana actual”.

Con la novela  La piscina, (2001), Granizo ganó el  premio Joaquín Gallegos Lara.