El artista Luis Eduardo Aute vuelve a compartir su obra pictórica con la exposición Transfiguraciones 1951-2005, que se mantiene abierta al público desde el jueves pasado en la capital. La muestra, que permanecerá hasta marzo, es un homenaje al pintor Oswaldo Guayasamín, quien cumple 90 años de natalicio en el 2009.
¿A qué adjudica que sea conocida su obra musical más que su obra pictórica, cuando principalmente, desde niño ha sido pintor?
Porque las canciones llegan a mucha más gente en mucho menos tiempo a través de la radio, los discos, de cualquier medio y el público es mayoritario; sin embargo, las exposiciones son menos visitadas por la gente, es minoritario.
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¿Le gustaría ser más reconocido por su pintura que por su música?
No, me da igual.
¿Cómo se describe usted?
Llevo toda mi vida intentando encontrar respuestas a esa pregunta y no la encuentro. No te puedo contestar cómo me describo, en eso ando, mi vida es una búsqueda de intentar saber de qué me trato yo mismo.
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¿Qué indicios ha recolectado en esa búsqueda?
Soy un poco indescriptible. Vivir, es entre otras cosas, intentar saber quién es uno mismo y cuesta trabajo saberlo. No todo el mundo lo consigue.
¿Qué le da la poesía, que no le da la pintura y que no le da música?
La poesía es un concepto, es una mirada especial del artista que lanza al que está valorando esa propuesta y lo conmueve, lo invita a ver el sol bajo los pies.
¿Qué tiene en concreto cada arte que usted desarrolla?
Son medios distintos. La pintura es forma, imagen, color, no hay palabras, no hay música, en todo caso la música es silencio, entonces son complementarias, ahí donde termina la música empieza la imagen. Eso me sucede, cuando estoy pintando necesito expresar algo más, que no puedo hacer con pintura. Entonces acudo al lápiz, al papel y me pongo a escribir lo que sea, no sé si es poema, empiezo a escribir y algunas veces sale algo que tiene pinta de que puede ser canción, entonces agarro la guitarra y la voy adaptando y sale una canción. Siempre trato de que tanto la pintura, la poesía como las canciones tengan vuelo poético, hay poemas que no son poéticos.
¿La catarsis del arte?
El juego poético debe tener cualquier obra que quiera llamarse obra de arte, puede ser de una película, un poema, una canción, quien escucha o ve el trabajo y siente que se mete en espacios que no conocía, esa propuesta tiene valor poético. En mi trabajo intento alcanzar esa dimensión poética. En cualquier tipo de manifestación, unas veces puede ser que la encuentre y la mayor parte supongo que no.
¿Siempre tuvo esa conciencia de que lo que hacía era arte o tenía el vuelo poético del que habla, o lo fue descubriendo?
Es como el amor, el sexo, sino hay enamoramiento no hay dimensión poética. Es puro intercambio carnal, más placentero, como tú quieras. En cuanto hay enamoramiento entramos en esa dimensión poética. Desde siempre he intentado hacer el amor con la pintura, con la música y con las palabras.
En sus pinturas hay un roce carnal con la muerte. ¿Cómo lo percibe usted?
Porque cuando un ser humano descubre que la muerte existe se angustia, no todo dura eternamente; yo voy a morir y la sensación es tan angustiosa y vertiginosa que necesita olvidase de que eso existe y la manera de olvidarse es el enamoramiento.