Por: RICARDO VASCONCELLOS R.
Un millón de tarjetas elaboradas en jornadas de 16 horas cada día, desde hace 3 semanas, se están enviando a los miles de invitados al acto de cambio de presidencia en Estados Unidos.

Un ecuatoriano, Augusto Lovato, de 53 años, realizó la tarea principal de estas tarjetas, en la que se mezcla el arte del grabador con su pericia.

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"Precise Continental" se llama la empresa en la que Lovato trabaja desde hace 3 años luego de una intensa vida como joyero y grabador.

El 11 de diciembre el comité que organiza la asunción de Obama al poder comunicó a Jim Donnelly, dueño de la compañía, que había sido escogido entre más de un centenar de competidores para realizar la impresión. El contrato le cambió la vida a la empresa y a sus trabajadores, quienes debieron trabajar en jornadas extras para elaborar las tarjetas, más otras páginas insertas y los sobres.

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La función del grabado, de la que depende el éxito de la impresión, fue encargada por Donnelly a su "artista estrella", Augusto Lovato, un latacungueño de larga residencia en Guayaquil y Quito, quien llegó a Estados Unidos en 1982 como inmigrante indocumentado.

Tres viajes sin papeles
"Yo estudiaba en el Colegio Técnico Ramón Barba Naranjo y salí de allí para aprender joyería con mi cuñado Fausto Padilla. En Quito trabajé en la Joyería Bravo, cerca de la Plaza Grande. Después fui a Guayaquil, al inicio de los 80 y me emplearon en la Joyería Páez, que quedaba en la calle Eloy Alfaro, cerca del Mercado Sur. En 1982 mi cuñado me inquietó para venir  a Estados Unidos y mis viajes fueron una odisea" cuenta Lovato.

Intentó primero salir de Guayaquil y llegar a Los Angeles, pasando clandestinamente por Tijuana, pero los agentes de Inmigración lo descubrieron y lo deportaron.

Apenas retornó a Guayaquil reincidió y se embarcó de polizonte, junto a tres compañeros de aventura, en un barco bananero. Tampoco tuvo suerte pues los descubrieron y los devolvieron a Guayaquil en el mismo barco.

La tercera fue la vencida. Lovato llegó hasta Ciudad de México y pasó hasta Nuevo Laredo. Logró cruzar la frontera en una corta navegación por el río Bravo, arribó a Laredo, ya en Estados Unidos, y tras correr media hora llegó a un pueblo donde se quedó un corto tiempo hasta conseguir llegar a Houston. En esa ciudad tomó un avión hasta Newark donde lo esperaba su cuñado Fausto Padilla, quien le consiguió su primer trabajo de joyero. Tenía entonces 26 años.

Su gran habilidad en la joyería lo llevó al grabado y alcanzó renombre en los comercios de su especialidad como grabador de brazaletes.

En 1986 logró su legalización gracias a la amnistía decretada por el entonces presidente Ronald Reagan.

El arte del grabado
Lovato es un enamorado de su trabajo, lo que se nota cuando describe su tarea. "Es un arte, hay que tener alma y dotes de artista para este trabajo" dice.

"Primero debe hacerse una película con el arte a grabar, la cual se coloca sobre el cobre. Eso se lleva a una máquina para exponerlo a la luz fuerte por un minuto.

Las letras quedan entonces impresas en el cobre, pero no se las ve. Coloco enseguida un revelador líquido y entonces empieza a observarse el grabado. Lavo todo con ácido, lo coloco en una máquina por cinco minutos y las letras se muestran en relieve. Debo entonces limpiar y con un lente voy apreciando las imperfecciones para irlas eliminando con un buril. Es una tarea de precisión y delicadeza. Recién entonces queda listo el grabado para la impresión" narra.

Lovato está orgulloso del encargo que le hiciera Jim Donnelly y ha contado de su misión a su familia que vive en Ecuador.

"He hecho muchos trabajos de los que me siento muy satisfecho, pero en mi vida pensé hacer un grabado para el día de posesión del presidente de los Estados Unidos" nos dice, mientras confiesa su nostalgia por nuestro país al que piensa regresar cuando se retire "para descansar".