La realizadora trae a la séptima edición del festival Encuentros del otro cine su producción Reinalda del Carmen, mi mamá y yo.
Uno se podría preguntar: ¿Todavía es válido hablar de la dictadura en Chile, luego de tantas producciones que se han realizado...? Sí, es válido para los cineastas que creen insistir en la recuperación de la memoria histórica de un país.
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Lorena Giachino Torrens es una de las directoras y periodistas que lucha contra la memoria efímera de Chile. Lo hace a partir de su historia personal, que parece ser su trinchera en esta producción.
Su madre perdió la memoria por sufrir un coma diabético. Y, a partir de esa experiencia traumática para las dos, la realizadora produce un filme en el que se busca reconstruir el recuerdo de Reinalda del Carmen, la mejor amiga de su madre y uno de los pocos recuerdos que le quedan.
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Reinalda, asesinada por la dictadura, es el objetivo del filme, así como, recobrar el breve recuerdo de sus anhelos y de su vida.
Giachino Torrens participa hoy en un cine foro en Guayaquil luego de la proyección de su cinta Reinalda del Carmen, mi mamá y yo. Es a las 19:30, en la Alianza Francesa, como parte del festival Encuentros del otro cine (EDOC).
Ella confiesa que no volverá a hacer producciones intimistas. “Fue un proceso difícil y desgarrador”, confiesa.
Hay muchas temáticas en la producción: ¿Cree que la amistad puede ser el eje de todas ellas?
La amistad y le agrego la maternidad y la pérdida. En la maternidad también hay amistad. Esas pequeñas historias íntimas de amistad, como la de mi madre, de alguna manera son una metáfora de gran historia de amistad entre los chilenos. La película en ese sentido me hizo reflexionar sobre la llamada reconciliación en mi país, Chile, y cómo nosotros nos relacionamos de manera precaria con la memoria histórica.
¿La memoria nos da la espalda?
Sí, particularmente en Chile, los chilenos como ciudadanos, no hablo de una posición política, no estamos bien relacionados con la memoria histórica. Es como que queremos dar la vuelta a la página, y eso me parece bien mirar el futuro, pero no significa dejar el pasado de lado. El pasado también fue presente.
¿Por qué insistir con el tema de la dictadura?
No es insistir con el tema de la dictadura, yo creo que los jóvenes cineastas estamos relacionados con la dictadura de una manera sintomática, no es protesta como antes, pero sí lo asumimos de forma valórica... Yo recuerdo que un personaje de La ciudad de los fotógrafos dice que un país que no tenga memoria es como una familia sin álbum de fotos. Hay otras historias humanas en Chile, anónimas, que pueden ser más enfáticas con el tema del proceso de la dictadura.
¿Hay un intento renovador, tanto en su filme de una historia tantas veces contada?
Para mí es un proceso intuitivo. Este es mi primer largometraje. Me dejé llevar por la película. Me arrojé. Era una necesidad personal hacerla. Después de lo que le pasó a mi madre necesitaba hacerme cargo. Era yo quien me quedaba como responsable de buscar la historia de Reinalda, de buscar una parte de sus recuerdos.
El mar siempre es una figura que aparece en su película. ¿Qué cree que significa para su madre?
El mar todos los días nos dice lo mismo (sonríe). El mar es una metáfora muy especial. Era uno de los destinos físicos del cuerpo de Reinalda y del hijo que llevaba en su vientre, luego de ser asesinada. Aunque no se ha determinado judicialmente todas las pistas apuntan a eso, a que se la arrojó al mar. Mi madre nos dijo desde siempre que si moría quería que sus cenizas vayan al mar. Ahí fue cuando me puse a pensar que quizás espera un reencuentro.