Nombramiento. La Real Academia de Historia Española la designó miembro correspondiente. Tras 21 libros publicados que avalan su trabajo investigativo, la historiadora guayaquileña Jenny Estrada Ruiz suma a su hoja de vida una designación internacional que es, a la vez, un reconocimiento a su trayectoria profesional: la Real Academia de Historia Española la nombró miembro correspondiente de esa entidad.
Sentada en uno de los sillones de su vivienda, la historiadora, madre de tres hijos y en sus años juveniles periodista, dice que recibe este nombramiento como un honor “y con el compromiso de corresponder a ese honor con más trabajo”. Es la primera mujer guayaquileña que obtiene esta distinción.
Además, es miembro de número de la Academia Nacional de Historia y miembro del directorio del capítulo Guayaquil.
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La suya ha sido una carrera que ha ido consolidándose con el tiempo, con la vocación, con el estudio que de forma autodidacta asumió y con la lectura, ejercicio que le inculcó su padre, desde pequeña, cuando le cambió las muñecas por libros, y que cree es la base de toda persona que desee escribir.
“La mejor escuela para un escritor es ser buen lector”, comenta. Una lectura que afirma le cambió la vida fue El segundo sexo, de la francesa Simone de Beauvoir. “Descubrí el rol de la mujer en la humanidad y eso cambió mi mentalidad. Ahí entendí mi rol”, indica.
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Otra inspiración importante fue Matilde Hidalgo de Procel, la médica lojana que fue la primera mujer que ejerció el sufragio en el Ecuador. “No solo me empeñé en el rescate del personaje sino que valió para que descubriera mi vocación de historiadora. Hasta entonces era solamente periodista”, relata.
La biografía de Hidalgo fue su primer trabajo de carácter histórico y quizá también el más difundido. Se ha hecho de este libro una infinidad de reediciones.
Dice que fue su voluntad de llenar de contenido sus notas periodísticas, de no quedarse con lo anecdótico o con lo periférico lo que la llevó a indagar, a hurgar en los acontecimientos, y así se adentró en la investigación histórica.
“Es una ciencia que demanda un rigor, mucho tiempo de búsqueda de la fuente original, porque historia sin documento no es historia sino cuento. Cada cosa que afirmas hay que sustentarla con la documentación adecuada. Es un asunto que en mi caso se ha hecho en solitario. No he contado con apoyo institucional ni con un equipo de gente que trabaje para mí en la investigación y eso me ha obligado a asumir mis aciertos y errores”, anota.
Es una entusiasta conversadora. Su diálogo es fluido, sereno a ratos, a momentos apasionado, y en él no está ausente el humor. También en sus libros hay una escritura fluida. Piensa que deben cuidarse el contenido y la forma en que se expresa ese contenido. “Hay que atraer al lector”, dice.
Su bibliografía es, a la par que extensa, variada: desde biografías hasta la historia de los inmigrantes, desde temas como el montubio hasta la balsa en la navegación prehispánica. También libros institucionales.
Explica que casi todos los historiadores guayaquileños, con una o dos excepciones, son autodidactas, porque no hay una universidad que tenga una facultad para historiadores. Sostiene que cuando se posee una metodología académica es más fácil. Y la metodología la adquirió en un año de permanencia en Sevilla, de maestros que generosamente se la transmitieron. Pero para entonces tenía ya seis libros publicados.
TRABAJO
Sostiene que para una investigación es importante la planificación. “Lo primero que hago es situarme en la época, indago cómo estaba el mundo, cómo estaba el país en todos los campos”, dice.