En cien días de gobierno, Correa ha confrontado con sectores políticos.El 90% de Quito y Guayaquil cree que su gestión fue “muy buena” y  “buena”.  El presidente de la República, Rafael Correa, cumplirá cien días en el poder sin que el cargo haya apaciguado su carácter explosivo. También sigue con su estilo de campaña y lleno de popularidad (una encuesta de  Perfiles de Opinión indica que el 90% de los encuestados  cree que su gestión es buena o muy buena).

La confrontación mantenida en sus primeros meses con los sectores políticos demuestra, según catedráticos, que Correa todavía no se acopla al rol de hombre público que ostenta; mientras que los historiadores le encuentran semejanzas con ex presidentes por su comportamiento con las masas.

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Sus decisiones han influido favorablemente en el 48% de la población. A ello contribuye el dinero que directa o indirectamente el Gobierno inyectó en la economía.

Este Diario hará mañana una evaluación de los cien días de gestión de los ministerios de Estado. 

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Apuntes
Gestión

Cualidades
Inteligencia es la palabra con que más se define a Rafael Correa en la encuesta: 10,8%.
Indicadores
La inflación y el riesgo país lograron controlarse. Para el desempleo y los precios al productor faltan acciones.

Sus colaboradores más cercanos, que por cierto también son sus amigos de toda la vida, dicen que sus primeros cien días en el poder no cambiaron su carácter en absoluto: el presidente Rafael Correa Delgado conserva el mismo temperamento enérgico  que suele llevarlo a perder la serenidad, reaccionar con vehemencia ante las críticas y a descalificar a quienes no comparten sus ideas.

“Él no quiere ser hipócrita como los otros presidentes”, dice su mejor amigo, Francisco Latorre, gerente de Petrocomercial sur, quien fue su compañero en el colegio San José La Salle y en el grupo scout  Nº 14.

Aquella actitud demuestra, sin embargo, que el Mandatario todavía no se acopla al rol de hombre público que ostenta, afirman los psicólogos Urías Fuenzalida y Samuel Merlano, catedráticos de la Universidad Católica de Guayaquil, quienes elaboraron un estudio sobre la personalidad de Correa.

Un rol que exige actuar con prudencia, buscando consensos y acuerdos, sin abrir frentes de conflictividad para evitar la inestabilidad. Todo lo contrario a lo que ha hecho en los cien días a punto de cumplir.

Durante su gestión, el Presidente confrontó a los partidos de oposición (Prian, SP, PSC y UDC), a sectores empresariales y bancarios, a las llamadas ‘fuerzas vivas’ de Guayaquil con su alcalde socialcristiano Jaime Nebot a la cabeza y a los medios de comunicación social. Los tachó de “mafias”, “corruptos” y hasta “cadáveres insepultos”.

El gobernador del Guayas y ex compañero de la Universidad Católica de Guayaquil, Camilo Samán, dice que el Presidente reacciona con firmeza cuando se siente ofendido. “Los frentes de confrontación los abren los demás”, opina.

Una encuesta a 525 personas de Quito y Guayaquil efectuada por Perfiles de Opinión a pedido de este Diario señala que al 17% le desagrada que el Presidente sea “prepotente”, “conflictivo”, “déspota” y que tenga “mal carácter”.

Pese a la percepción ciudadana reflejada en las encuestas, su temperamento explosivo le ha dado buenos resultados hasta ahora: acaba de ganar con el 82% de votos la consulta popular que dio paso a la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente, su principal oferta de campaña.

El sondeo indica que el 90% de los entrevistados califica la gestión del Mandatario como “buena” o “muy buena”.

El 10,8% lo describe como una persona “inteligente”; el 5,3% como “decidido” y el 4,4% como “honesto”. El 4% dice que es “alegre” y “carismático”, según la encuesta.

Para mantener su cercanía con la gente, Correa viaja unas dos veces por semana a las provincias. Y no duda en subirse a las tarimas para bailar o cantar, mientras sus simpatizantes le toman fotos con sus celulares.

Antonio Tramontana, ex secretario de Comunicación de Lucio Gutiérrez, comenta que “tiene habilidades histriónicas. Es un encantador de masas, pero ese encanto puede desaparecer si no cumple la expectativa de la gente”.

A Correa no le gusta improvisar, aseguran sus colaboradores. Todo lo que hace y dice es producto de reflexiones personales previas y de sus conocimientos académicos.

Algunas de sus decisiones políticas las discute antes con su buró –que se convoca cada quince días–, que es el mismo de la campaña electoral, aunque ahora todos están en funciones ministeriales: Vinicio Alvarado, Ricardo Patiño, Gustavo Larrea, Alberto Acosta, Fander Falconí y Eduardo Paredes. Durante el ejercicio del poder se sumaron otros asesores, como Fernando Bustamante. Con sus ministros de Estado, en cambio, aborda temas específicos de gobierno en sus áreas.
Samán expresa que Correa confía mucho en los funcionarios que ha designado, pero le gusta estar pendiente de todos sus  movimientos; antes les ha explicado la forma en que tienen que cumplir las metas.
Si no lo hacen de ese modo, el Presidente se molesta y pide explicaciones, a veces serena y respetuosamente y otras no tanto, según el nivel de confianza que tenga con el funcionario. Si  los argumentos lo convencen, acepta los cambios, si no, “no duda en cortar cabezas”, cuenta Latorre.

Analistas políticos, como el ex ministro de Gobierno Marcelo Santos, no perciben un trabajo de equipo en el régimen. “Asume los roles de director y actor de todas las actividades del Estado. Creo en la división del trabajo, él no puede decidir lo trascendente y lo intrascendente”.

“La efectividad de un líder está en la fortaleza de su equipo; esto demuestra que el Mandatario escucha, que hace autocrítica, que es tolerante. Yo no veo eso”, dice Merlano.

La encuesta de Perfiles de Opinión señala que el 1,10% de los entrevistados lo percibe como un hombre “autoritario”.
Sus amigos lo describen como un hombre “ejecutivo”. “Ha querido hacer rápidamente las cosas para tener un efecto inmediato”, anota el analista Simón Pachano, de la Flacso.

Para liberar recursos de los fondos de ahorro y contingencia del Estado y evitar los procesos de contratación pública,  el Presidente firmó decretos de emergencia en sectores como la salud, la educación y la vialidad; también reorganizó ministerios y presentó nuevos proyectos de inversión.

Asesores de Correa aseveran que al mandatario le cuesta admitir sus errores. Así, por ejemplo, insistió en mantener en la terna de aspirantes a Superintendente de Bancos  a ex funcionarios de Filanbanco pese a la negativa de sus asesores.

Suele ser obstinado en sus ideas. Su propia hermana mayor, Pierina Correa, dice que a veces exagera en sus posturas. En una entrevista contó que él le impidió viajar en el mismo avión que lo condujo a Venezuela en su visita como presidente electo porque aquello podría verse como “nepotismo”.

Sus opositores lo consideran un egocentrista que sueña implantar un modelo autoritario que le rinda culto a su persona. Sus amigos, en cambio, sostienen que detesta recibir halagos; pero eso sí, los obliga a reírse de sus chistes malos y a escucharlo mientras canta en las pocas reuniones que en los últimos cien días pudieron tener.