Día de la Tierra. La defensa del ecosistema no es una labor reciente en el país, desde hace muchos años diversos grupos y personajes trabajan en ello. A continuación, las experiencias de seis personas dedicadas a cuidar la Tierra, a la que el mundo rinde hoy su homenaje.
Personajes y grupos trabajan desde hace más de una década en el país para preservar el ambiente. Hoy, Día de la Tierra, resaltamos la labor de seis luchadores por el ecosistema: Xavier Bustamante, Débora Chiriboga, Eric Von Hortsman, Marlon Santi, Robert Hofstede y Óscar Ugarte.
“Podemos ser un país innovador en la defensa del ambiente”
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Hace cinco años empezó su labor como director ejecutivo nacional de Fundación Natura, la primera entidad creada en Ecuador con el objetivo de proteger el ambiente y educar a la población sobre este tema.
Desde ese puesto, Xavier Bustamante dirige diversos programas que buscan preservar el ecosistema, pero el que primero menciona es el denominado sistema de revisión vehicular para reducir la contaminación de aire en Quito, estropeado en un 80% por las emisiones de los automotores.
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Bustamante aspira que esta iniciativa se aplique próximamente en otras ciudades del país como Cuenca y Guayaquil, como una demostración de que el cuidado del entorno es una tarea de todos los ecuatorianos.
Y aunque este tipo de proyecto emociona a Bustamante, más lo hace el recuerdo de su vinculación en el tema ambiental, aquella que se produjo cuando era un niño y junto a un grupo de amigos presenciaba cómo la basura era depositada en uno de los ríos de su natal Quito.
El funcionario cree que ante la preocupación generada por el calentamiento global no es necesario solo decir lo que sucederá en los próximos años, sino ofrecer soluciones. “No se trata solo de parecer jinetes del apocalipsis”, refiere, antes de demostrar su optimismo ante el aumento sostenido de la conciencia ambiental en el país.
‘La corrupción también se ha infiltrado en el tema ambiental’
Hace unos quince años empezó su “relación formal” con organizaciones ambientalistas, pero –como ella reconoce– su interés por defender la naturaleza empezó muchos años antes, hace casi dos décadas, cuando como una ciudadana común empezó a enviar cartas a las autoridades seccionales y nacionales en las que demostraba su inconformidad ante obras que afectaban el ecosistema, como el retiro de árboles.
A la hora de defender el ambiente, Débora Chiriboga opta por el diálogo y el debate antes que las manifestaciones en las calles. Dice que prefiere no figurar, por eso no toma para sí el crédito del éxito de los planes en los que ha participado.
Lo ha hecho de forma particular o como representante de entidades nacionales e internacionales que buscan la preservación del ecosistema.
En ese proceso, Chiriboga afirma haberse convertido en testigo de la corrupción en el medio que frecuenta. “En ocasiones se elaboran estudios de impacto ambiental “a gusto y medida de quienes lo solicitan y no de una madera técnica”, dice.
Fue directora de Fundación Natura y entre las tareas que ha desarrollado durante los últimos años se destacan el rechazo a la deforestación, la tala de árboles y la participación en campañas de comunicación que apoyaron la declaratoria de la Reserva Marina de las islas Galápagos.
“Cuidar la naturaleza no es regresar a la edad de piedra”
Eric Von Hortsman es un estadounidense con alma de ecuatoriano. Hace más de quince años llegó a Ecuador para dirigir las acciones en el bosque protector Cerro Blanco y ahora ya no quiere irse del país.
Se considera un ambientalista por convicción y eso le impulsa a luchar por la preservación de las especies de Guayaquil como si fuera un costeño más.
Hortsman se refiere con optimismo a las cifras que se derivan de los programas de educación ambiental y jornadas de ecoturismo que se cumplen en el bosque: anualmente un promedio de 7.000 personas llegan a ese sitio (en la vía a la Costa), al que ingresan pagando una tarifa de $ 4 para conocer más sobre la ecología.
“La gente debe entender que un área como Cerro Blanco (de más de 6.000 hectáreas) es importante para la vida de todos, no es un sitio para cazar especies”, anota con énfasis.
Aunque reconoce que la percepción de los guayaquileños sobre los temas ambientales ha mejorado mucho, sostiene que aún es necesario cambiar actitudes, una tarea en la cual deben estar involucrados todos los actores de la sociedad.
“No se trata de volver a la edad de piedra”, dice antes de destacar que lo importante es encontrar un equilibrio entre el desarrollo del mundo (que ha generado contaminación) y la protección de la naturaleza.
‘Hay que cuidar la selva virgen que aún tenemos en el Ecuador”
Enfrentarse a representantes de empresas multinacionales no es un problema para Marlon Santi. No lo es, si de por medio está defender el entorno en el que habita su comunidad, Sarayacu (Pastaza), compuesta por unos 2.500 indígenas kichwas.
Para este dirigente, la preservación del medio natural en el que reside lo llevó a impulsar más de una protesta para que compañías madereras, petroleras y mineras frenaran lo que él llama una expansión agresiva en la Amazonía, sin considerar la importancia del cuidado de los recursos naturales.
No ha sido una tarea sencilla. Santi reconoce que la lucha –desarrollada desde hace más de una década– aún no termina. Por eso, dice, junto con otros miembros de la comunidad seguirán vigilantes de que las autoridades “hagan respetar” el estado virgen que aún persiste en la selva amazónica e impidan la explotación indiscriminada de la naturaleza.
Para poner el ejemplo, refiere Santi, la comunidad Sarayacu desarrolla un plan a largo plazo (20 años) para preservar su entorno. Se autoimponen regulaciones en cuanto a la cacería, la pesca y el uso del suelo.
“Queremos que nuestros hijos, dentro de 50 años, aún puedan disfrutar del aire puro”, afirma, antes de reconocer que la falta de conciencia ambiental también afecta a los pobladores amazónicos.
“Pasarán varios desastres más antes de crear conciencia”
Dos décadas más. Ese es el tiempo que deberá transcurrir para que en Ecuador se registre una conciencia ambiental generaliza. Así lo estima Robert Hofstede, director de la oficina sudamericana de la Unión Mundial por la Naturaleza, entidad vinculada a la Organización de las Naciones Unidas.
Esa entidad trabaja en el país desde 1991 con la finalidad de agrupar a las organizaciones dedicadas a la defensa del ambiente, apoyándolas en el desarrollo de sus proyectos.
Hofstede conoce de cerca la realidad ambiental del país, pues la entidad en la que labora asesora al Ministerio de Ambiente en temas como la protección de Galápagos.
Por eso no duda en decir que en los próximos 20 años es posible que se registren varios desastres naturales más, que permitan reaccionar definitivamente a las autoridades para dar la prioridad que requiere el tema ambiental.
“Siguen prevaleciendo las soluciones de corto plazo que normalmente son económicas”, dice y cita como ejemplo la explotación de cualquier bosque para producir madera.
No obstante, este panorama no lo desanima, tampoco a quienes trabajan junto a él en los programas ecológicos, cuyos resultados -asegura- se miden por las decisiones que toman las autoridades municipales y estatales en pro del ecosistema.
‘Los humanos somos la única especie que destruye su hábitat’
Como un periodista comprometido con los temas ambientales. Así se define Óscar Ugarte, quien durante la última década ha trabajado en la elaboración de reportajes y documentales sobre la realidad del ecosistema en Ecuador con el objetivo de crear conciencia ambiental en la comunidad.
A través de medios televisivos y escritos, este ambientalista ha presentado a otros la importancia de cuidar el entorno. En esta tarea no está solo, pues en 1999 creó la Asociación de Periodistas de Ecología y Turismo, que agrupa a quienes tienen interés en multiplicar la información sobre los efectos de la contaminación en el mundo, entre otros temas. “Somos la única especie que destruye su hábitat”, refiere con decepción, a pesar de que reconoce que en los últimos años no todo ha sido negativo.
“Hay avances en cuanto a la difusión de la información, pero aún es necesario cambiar la actitud”, sugiere antes de criticar la falta de reacción de los medios informativos sobre la temática ambiental.
Ugarte señala que ese cambio se puede dar en “cosas tan simples” como usar menos los vehículos particulares y trasladarse masivamente (así se emanan menos gases tóxicos hacia la atmósfera), usar focos ahorradores o cuidar el agua.
También considera que son necesarias reformas en políticas gubernamentales.