Hace medio siglo, en pleno ambiente decembrino, el vecindario de Guayaquil aumentó su algarabía por el arribo del cantante mexicano Pedro Infante Cruz (1917-1957), convertido en ídolo de países americanos por su estilo al interpretar rancheras, corridos, boleros y otros ritmos, y también por su versatilidad como actor de numerosas películas que protagonizó con otras reconocidas figuras de la época de oro del cine de su país.