Fue escuchando a su madre que tuvo la idea de escribir un libro de cuentos con historias que solo le suceden a mujeres, que son propias de su condición: la menstruación, la pérdida de la virginidad, el parto, el embarazo precoz, la lactancia, la menopausia, la anorgasmia, la presión social sobre la edad y el cuerpo, etcétera.
“Cuando menstrué por primera vez creí que me iba a morir”, le confesó. Era apenas una niña de 10 años, que no sabía que este era un proceso natural. Y Aminta Buenaño Rugel, oyendo el relato de su progenitora, pensó que sería interesante escuchar la historia de otras mujeres. Conversó con las tías, con las primas, con las amigas, con la gente cercana y no tan cercana y poco a poco se regó el rumor de que ella estaba entrevistando a mujeres sobre temas de mujeres.
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Se asombró de la cantidad de mujeres que se abrieron al diálogo, que querían ser escuchadas, que deseaban conversar sus vidas, como una forma de testimonio, como una manera de narrarse. Así emergían emociones que suelen callarse. Que se quedan en la esfera de lo que no se habla.
Dialogó con mujeres jóvenes y adultas, con mujeres maduras y de toda condición social, con profesionales y amas de casa y pronto supo que algunos de sus miedos eran también los de las otras: a envejecer, por ejemplo, porque la vejez, indica Buenaño, “es una conspiración social. La mujer vieja es discriminada, por ese motivo estiramos nuestra juventud, como una forma de protección, no por vanidad”.
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Supo que varias de sus certezas eran compartidas por algunas. Que aunque cada quien es una individualidad, hay situaciones que tienden lazos, que se parecen. Que no son universales, pero sí representativas.
Encontró mujeres solitarias, mujeres luchadoras, mujeres madres, mujeres maltratadas, mujeres felices. Las historias que más le impactaron o que tenían cierta recurrencia, traspasaron la oralidad.
Fueron la semilla de un conjunto de 21 cuentos, de próxima circulación, titulado Mujeres divinas. El nombre se lo inspiró la canción interpretada por Vicente Fernández: “mujeres tan divinas, no queda otro camino que adorarlas”.
Las historias no llegaron en forma de entrevistas, ni de testimonios reales. Las reelaboró, les agregó ficción y lenguaje literario. Cambió nombres, aumentó personajes. Se cuentan, en su mayoría, desde el yo.
No son cuentos militantes, aclara. Tienen la intención de contar la vida.
Son para las mujeres, pero, fundamentalmente, para los hombres que quieran conocerlas, refiere. El volumen lo presentará en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil, que será en julio.
Hojas
Por salir
El libro Mujeres divinas está en la fase de edición. Escritores como Sonia Manzano y Jorge Velasco Mackenzie ya lo han leído. Aminta Buenaño se los pasó. Además, ella ofreció, el pasado 10 de mayo, una lectura de varios de sus cuentos en la cafetería del MAAC.
Una de las historias
Entre los cuentos se encuentra el titulado Monólogo de los corazones rotos, que surgió del relato de una mujer que apostó todo por su matrimonio y que cuando era madura y los hijos se casaron, el esposo le dijo que la admiraba, que era una buena madre, pero que amaba a una mujer más joven y se iría con ella.