Leticia Loor formó parte de los talleres literarios de los escritores Fernando Itúrburu y Miguel Donoso Pareja. Estudió literatura en la Universidad Católica de Guayaquil y es profesora. En el 2001 publicó su primer libro de cuentos,  Sentidos opuestos.

Esta autora nacida en Guayaquil en 1953 saca ahora  a   la luz, bajo el sello de b@ez.editor.es, una segunda obra, que es también de cuentos. Se titula Profanación de la palabra.  La presenta a las 19h00 de hoy con un  acto que se cumple  en el salón de música del Teatro Centro de Arte  (km 4½ vía a Daule).

Pregunta: Su nueva publicación tiene un epígrafe que dice: “Soy libre por ser esclava de la palabra”. La frase, al parecer, es de su autoría. ¿Cómo asume esta declaración, cómo la vive en el día a día?
Respuesta: Sí, el epígrafe es mío. Siempre lo he considerado así, y hace mucho tiempo ya lo tenía escrito. Creo que el ser humano al sentirse realizado en su vocación, y más aún si la ama, adquiere esa libertad, por el simple hecho de haberse encontrado con uno mismo.

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P: Profanación de la palabra tiene 16 cuentos cuyos personajes son, en su mayoría, mujeres que narran en primera persona. ¿Por qué esa preferencia por personajes femeninos y por el uso del yo para contar?
R: Existe un personaje masculino, hay una lesbiana, y algunos están en tercera persona, y sí, tal vez la mayoría se enmarca en la primera persona, que en ciertos casos aparece involuntariamente y en otros es intencional, por la necesidad de darle mayor fuerza literaria, como recurso del discurso narrativo para conformar una historia. Creo que trabajar en el personaje es uno de los grandes retos del escritor, algo así se dibuja en el texto titulado Buscando un personaje.

P: Todas las narraciones son cortas.  Hay una constancia por el cuento breve. ¿Es una decisión suya o más bien algo que se da de forma casual e involuntaria?
R: La extensión se va dando sola, va formándose con la historia; trabajo en cuentos donde predomina la economía del lenguaje, característica de este género. El que cuidé su extensión fue Profanaciones, existió la intencionalidad del microcuento, en el que confieso trabajé mucho conservando ideas que tenían que hilarse con coherencia para crear un cuento sin descuidar la calidad literaria.

P: ¿Qué motivos la impulsan a publicar?
R: La vida está hecha de palabras, nuestro entorno, nuestras funciones vitales laten en ellas. El hombre no puede dejar de comunicarse, y ahí aguardan las palabras puestas a nuestro servicio; por eso no las puedo guardar en un cajón, sino que las uso, las profano, y empiezo a escribir. El cuento Algo más que un pastel es un reflejo de ello, el deleite de crear y crear hasta llegar a ser algo así como una obsesión.