El primer grito de terror que se oyó del público lo provocó el narrador ecuatoriano Mario Suárez. Y fue al terminar de contar  la historia de una niña que en las noches volvía a la casa donde murió quemada.

Suárez fue el primero en subir al escenario del teatro al aire libre José de la Cuadra de la plaza Colón, el pasado domingo. En ese lugar,  con narraciones de muertos y aparecidos, interpretadas por cuenteros de  Colombia, España, Argentina y Ecuador, concluyó el Segundo Encuentro de Narradores Orales Un cerro de cuentos, que se desarrolló por una semana, en Guayaquil.

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Raymundo Zambrano, quien personifica a Don Pascual, hizo de animador en esta fría noche de verano, que se calentó con las risas, los gritos de tensión y los aplausos del público que abarrotó  el teatro en esta última jornada, de la misma forma que llenó, en los días anteriores, los sitios donde se desarrolló la actividad cuentera.

Patricio Estrella, también de Ecuador, fue el segundo invitado, y luego le llegó el turno a Jota Villaza, que con contundentes  ademanes y su característico sabor colombiano, trajo a la memoria a una mujer a la que el muerto se la llevó porque  profanó su tumba.

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El argentino Juan Moreno narró una historia poco conocida, pero igualmente mágica y estremecedora, de la autoría de los hermanos Grimm. Arnau Vilardebó, de España,  tuvo una breve  intervención, que incluyó    una canción y juegos onomatopéyicos.

Los dos últimos cuentos de la noche fluyeron de boca del colombiano Pacho Centeno y Don Pascual.  El primero contó las andanzas del negro José, a quien le dicen el reventao, que murió de amor y que vaga por una de las playas colombianas. Y el segundo, cómo un hombre decidió encompadrar con la muerte, porque es la única democrática. Se lleva a todos. No hace distinción con nadie.

Así llegó al final una cita cuyo cierre comenzó en la tarde, en el cerro Santa Ana,  y  que tiene vida por la iniciativa de dos guayaquileñas:   Ángela Arboleda y Raquel Rodríguez.