En la muestra se exhiben 36 cuadros con las temáticas que el artista ecuatoriano Félix Aráuz ha pintado  en sus más de cuatro décadas de trayectoria. Pero no son obras añejas. Son realizadas recientemente y contienen las imágenes que resumen su esencia.

Recuerda que su última exposición la hizo en el 2001, en la galería Todo Arte. La tiene presente porque en esa fecha se produjeron también  los atentados terroristas en Estados Unidos. Y quizá por ese motivo hubo poca gente en su muestra, conjetura. Luego de cuatro años, Félix Aráuz Basantes vuelve a exhibir sus obras.

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Lo hace en la galería Mirador de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (avenida Carlos Julio Arosemena), institución que abrió su temporada de  exposiciones 2005 con esta presentación y con la cual, celebra, además, el aniversario 43 como centro de estudios.

Estaciones se titula la muestra que presenta el artista guayaquileño, de 70 años. En ella incorpora 36 cuadros con las temáticas que ha pintado en sus más de cuatro décadas de trayectoria. Pero no son obras añejas. Son realizadas recientemente y  contienen las imágenes que resumen su esencia: rostros de niñas con ojos grandes, flores, árboles, pájaros. Obras pequeñas, otras grandes. Todas trabajadas en acrílico.

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La suya es una labor minuciosa, de detalle. Sus pinturas tienen texturas que logra con diferentes fórmulas: con arena y con papel higiénico, principalmente. Sobre el lienzo dibuja, esparce arena y recubre con acrílico. Para delinear detalles a veces se ayuda con un clavo. En otras ocasiones en el lienzo pega papeles, que se convierten en pétalos, en flores, en cabelleras de mujeres, o en lo que la magia de su trabajo convenga. Para unas pinturas hace bocetos; para otras, no. Pero para todas se arma de una palabra que considera clave en este oficio: paciencia.

“Esta muestra es una especie de exploración de lo que se ha realizado. Una especie de recuerdo, de resumen, aunque es difícil resumir tantos años de pintura”, comenta el artista, quien se formó en la Escuela de Bellas Artes de Guayaquil, en la época que, dice, había buenos profesores. Cita, por ejemplo, a los maestros Alfredo Palacio y César Andrade Faini. “Ahora Bellas Artes es un colegio de humanidades modernas”, se lamenta. De la época estudiantil evoca las tertulias con sus compañeros y también las libadas luego de clases, en algún bar de moda en el que se reunían. Cita, entre otros, a Miguel Yaulema, a José Carreño y a Juan Villafuerte.

A Bellas Artes fue por sugerencia de su hermano Carlos Lobo Aráuz, quien constatando las inquietudes de Félix, lo arrumbó hacia el estudio de su vocación.
Desde la infancia dibujaba, hacía sus pequeñas obras, en una familia donde nadie era pintor. Su padre era sastre. Su hermano Lobo se inclinaba por la poesía.
Aráuz está satisfecho con lo que escogió y es. “Me siento animoso, con ganas de seguir trabajando”, anota. Dice que está alegre. Antes tenía angustia. Y a este nuevo estado de ánimo quizá se deben los colores más fuertes que ahora usa, porque “son la vitalidad de uno”.

NOTAS

Trabajo
Félix Aráuz Basantes nació el 2 de mayo de 1935. Trabaja diariamente en su taller. Su jornada, indica el artista ecuatoriano, comienza apenas amanece.

Muestra
La exposición que exhibe en la galería Mirador de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (Av. Carlos Julio Arosemena) estará abierta hasta el próximo 2 de junio. Se puede visitar de lunes a viernes, desde las 09h00 hasta las 18h00.  La entrada es gratuita.