Trasladémonos ahora a la década de 1940. Impera en el arte ecuatoriano la jorga de Oswaldo Guayasamín, Diógenes Paredes y Eduardo Kingman, en lo que se ha llamado el realismo social, influenciado por el muralismo mexicano.
Es entonces cuando de la mano de tres extranjeros llega la corriente del expresionismo alemán. “La llegada de Hans Michaelsen, Lloyd Wulf y Jan Schreuder al Ecuador, en muchos sentidos desencadenó el movimiento de liberación e introdujo la modernidad, remozó las técnicas de trabajo y abrió para el aprendizaje una opción distinta a la de las academias y escuelas de arte”, dice el escritor y crítico guatemalteco Mario Monteforte, en su obra Los signos del hombre.