El pianista cubano Rubén González, una de las estrellas del Buena Vista Social Club, fue sepultado este martes como un "virtuoso" y un "símbolo" de la música de la isla caribeña.
 
"El se engrandecía, se agigantaba cuando salía al escenario", así lo recuerda la cantante Omara Portuondo, conocida como la "Diva" del proyecto musical "Buena Vista Social Club" quien compartió en numerosas ocasiones el escenario con el pianista fallecido en La Habana el lunes a los 84 años de una afección cardiorespiratoria.
 
En declaraciones a EFE, Portuondo consideró que "la vida tiene que ser así, mueres pero sigues viviendo en el corazón de todos nosotros y cuando vas a un escenario aunque él no esté físicamente hay que recordarlo, es un símbolo de la música cubana y de la cultura nuestra".
 
González integró algunas de las más importantes orquestas de música bailable cubanas de los años cuarenta y cincuenta, entre ellas, la de Arsenio Rodríguez y también la de Enrique Jorrín, el creador del popular ritmo "cha-cha-cha".
 
La cantante cubana de 71 años consideró que González tuvo en estos últimos años la oportunidad de grabar varios discos en solitario, ser aclamado en muchos países y "llegar a sentir el éxito de su trabajo, de su patria y de su cultura".
 
"Creo -añadió- que pudo lograr el éxito y estuvo muy satisfecho por esos aplausos. Se sentía como un muchacho joven. Él era una gente muy alegre, muy positiva. No había nada que no se pudiera lograr con él. Era un músico completo".
 
Tras recibir los últimos oficios sacramentales en la capilla del cementerio habanero de Colón, el afamado pianista fue sepultado y despedido por sus familiares, amigos y músicos.
 
Entre los asistentes al entierro se encontraban el presidente del Instituto Nacional de la Música, Abel Acosta, y Juan de Marcos González, uno de los gestores del proyecto musical "Buena Vista Social Club", que catapultó a la fama internacional a un grupo de antiguos músicos cultivadores del son, género musical nacido en las primeras décadas del siglo pasado en la región oriental de Cuba.
 
En nombre del Instituto Nacional de la Música, el historiador Lino Betancourt destacó a González como una figura destacada dentro de la pléyade de grandes pianistas cubanos.
 
Betancourt recordó que el veterano pianista "hizo bailar a una generación entera de cubanos y que al cabo de sus años también supo entregarnos con la misma fuerza y virtuosismo aquella música de los años cuarenta".
 
"No podemos olvidar de ninguna manera su honda huella", apuntó y señaló que este año ha tenido "la desgracia de asistir a dos grandes sepelios de dos grandes hombres de la música que nos han abandonado, Compay Segundo y González.
 
Centenares de personas rindieron el último tributo en sus funerales al "hombre-piano" como había sido bautizado González en círculos musicales cubanos.