Adultos, jóvenes y niños acudieron el pasado viernes por la noche a la presentación del dueto franco-norteamericano BP Zoom.
Las filas para ingresar a este espectáculo eran muy largas, así como la espera que el público tuvo que soportar porque había un “problema técnico”, según Rossana Iturralde, organizadora del Festival Internacional de Teatro Experimental.
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“No es nuestra culpa”, dijo Iturralde por el micrófono y sobre el escenario. La queja del público no se hizo esperar. Se oyó un “¡Buuuh!” masivo, y de vez en cuando alguna que otra persona aludía a la falta de respeto para la audiencia, o la impasibilidad con que las personas tomaban la demora, que duró una hora. La obra debía empezar a las 20h30, pero no fue hasta las 21h30 que comenzó.
En su segunda intervención, Iturralde dijo al público: “¿No sé qué decir?... Es una pena lo que pasó”. Nuevamente el público reaccionó, esta vez con otra pregunta: “¿Qué pasó?”
—Iturralde: ¿Qué, no estaban aquí?
—Público: ¡Nooooooo!
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El problema técnico al que había aludido la actriz, miembro de la Corporación Teatral Tragaluz, se convirtió en un escándalo.
“Se robaron parte del equipo, nos tocó comprar todo de nuevo, es por eso que el grupo se está demorando, porque tiene que adaptar los equipos”, dijo una de las organizadoras. Minutos más tarde, Iturralde, muy afectada por el hecho, lo confirmó. El robo había sido por la mañana. “Se robaron la carga del grupo y eso ha retrasado todo... parte del vestuario, de la utilería, cosas técnicas que ellos utilizan en el espectáculo, y tuvimos que ir a conseguir todo”.
Las palabras iniciales de Rossana Iturralde cobraban sentido. “No es nuestra culpa”, había dicho, pero tal vez lo mejor hubiera sido decírselo a las personas que esperaban por ver a BP Zoom.
A pesar de la demora, y el percance del robo de los equipos del dúo franco-norteamericano, la noche fue magnífica. Lo que BP Zoom hizo en el escenario fue poesía, sueño, diversión, música, sentimientos. Nunca los escuchamos hablar, pero los vimos moverse, bailar, cantar, reír, interactuar con el público, crear espacios sugerentes, tanto que transformaron el escenario en lo que ellos quisieron.
Dos hombres manejan un carro simpático con la placa BP Zoom, la música country acompaña el viaje de estos dos carismáticos actores que nos llevarán con ellos a su aventura, a su mundo. De repente, un frenazo y un choque. Vemos las caras de los dos amigos aplastadas contra el vidrio porque se han abierto las air bags... y con esto empezó la magia de BP Zoom.
La capacidad de interactuar con el público fue una de las constantes que desarrollaron a lo largo de este espectáculo, un hecho que convierte a cada uno de los asistentes en un posible actor.