En el filme, dirigido por Gary Felder, basado en una novela de John Grisham, el dúo encarna a dos abogados en un proceso judicial contra un fabricante de armas en Nueva Orleans.

El elenco de la película lo integran además John Cusack, quien personifica a uno de los jurados; Rachel Weisz, como su novia, y Jennifer Beals. Más de cuatro décadas debieron transcurrir para que la pareja de actores hallara finalmente un proyecto que los llevara a compartir la pantalla grande.

Su amistad se remonta a 1956, cuando ambos se conocieron en el teatro Pasadena Playhouse, y más tarde, cuando compartieron un departamento sin agua caliente en Nueva York, en el que Hoffman durmió en el piso de la cocina hasta que consiguió mudarse al sofá de otro actor desconocido, Robert Duvall.

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Aquellos días quedaron atrás y ahora los actores tienen suficientes galardones como para jugar un partido de ajedrez. Sin embargo, el destino aún no los había unido en la actividad que ambos sienten es su pasión.

En una entrevista reciente con el diario The New York Times, Hoffman, de 66 años, y Hackman, de 73, recordaron los tiempos en que competían por similares proyectos. Irónicamente, ambos saltaron a la fama el mismo año, 1967, con diferentes películas.

“Originalmente yo debía personificar al señor Robinson en la cinta El Graduado”, recordó Hackman. “Pero después de que me fui del proyecto, Warren Beatty me llamó para hacer Bonnie and Clyde”, agregó.

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Hoffman, quien saltó a la fama con El Graduado, hubiera trabajado con su amigo de no ser por el cambio de planes de último momento.

“Ambos estábamos muy celosos de Robert Duvall, porque consiguió trabajar en cine desde el inicio de su carrera, mientras que yo estuve siete u ocho años en Nueva York hasta que conseguí mi primer trabajo profesional de actor”, afirmó Hackman.

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“Creo que es un accidente que los tres nos convirtiéramos en celebridades”, comentó Hoffman.

A pesar de su larga y experimentada carrera, Hackman confesó que aún recurre a los mismos ejercicios para relajarse antes de actuar. “Pienso en la mejor experiencia sexual que haya tenido”, dijo.

“Cuando uno actúa en una película, siente que siempre hay alguien que te sostiene. Creo que a eso se refiere Gene.
Nunca podríamos tener un orgasmo frente a las cámaras si no estuviéramos relajados”, afirmó Hoffman.

Ahora los actores se frecuentan poco debido a sus agendas profesionales, pero trabajar juntos en Runaway Fury les permitió compartir escenas y varios tragos fuera de cámaras para recordar los “viejos” tiempos.

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“Después de tantos años, todavía nos preguntamos si nos ofrecerán un trabajo cuando termine el rodaje de esta película”, afirmó Hoffman.

“Uno se acostumbra a vivir con esa sensación, de la misma forma a la que se acostumbra a un viejo amigo”, concluyó Hackman.