Son 900 carros en Santa Cruz, que atropellan aves, contaminan y provocan accidentes.

La voz de una mujer anuncia por un radio transmisor: “Atento, atento, móvil (carro) a la estación (Charles Darwin), móvil a la estación...”

El mensaje es como la bandera de largada de una competencia en la que participan decenas de camionetas doble cabina, que en Puerto Ayora prestan el servicio de taxis. Las calles se vuelven pistas y los peatones, asustados, se convierten en espectadores de la peligrosa carrera que tiene como premio un flete, por el que se cobra un dólar cuando se trata de un destino en la misma población.

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La disputa se la escucha también en las radios instaladas en los vehículos.

—Copiado, aquí móvil 52, llego en un minuto –contesta un chofer al llamado.

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—Blanco 26, estoy a 300 metros –dice otro, desesperado.

Alguien acota: —No se apuren, que ya voy llegando.

Un nuevo pedido: “Móvil libre para la gasolinera...” La meta cambia y la pelea por llegar primero sigue y seguirá.

El crecimiento incontrolado del parque automotor en Puerto Ayora, la población de más movimiento en las islas Galápagos, ocasiona no solo aquellas luchas por un flete sino accidentes de tránsito, contaminación ambiental y daños a la frágil ecología.

Alexandra Cedeño, gobernadora y presidenta del Consejo del Instituto Nacional Galápagos (Ingala), organismo que entrega los permisos para el acceso de personas y automotores al archipiélago, refiere que en Puerto Ayora (isla Santa Cruz) hay más o menos 900 carros, para una población de 11.000 habitantes, “una cantidad exagerada”.

Las cifras han aumentado durante los dos últimos años. Además de camionetas de alquiler, la mitad del gran total, hay buses, autos, camiones e incluso carros de lujo para uso familiar. El escenario de recorridos se circunscribe al centro poblado y hacia el Canal de Itabaca, la vía más larga de Santa Cruz, de 32 km.

Verónica Espinoza, jefa de la Policía en Santa Cruz, indica que hay al menos tres accidentes de tránsito semanales. Hace mes y medio se dio un choque entre camionetas que provocó diez heridos graves. Hoy se hacen unas 25 citaciones a la semana, en su mayor parte por exceso de velocidad.

Espinoza explica que el límite es de 70 km por hora, en carretera, y 30 km por hora, en la ciudad. “Es para proteger la biodiversidad, pero no se cumple pese a que hacemos operativos y usamos radar”.

En la carretera Puerto Ayora-Canal de Itabaca, es común ver el paso de automotores a velocidades que superan los 120 km por hora.

En este caso, los efectos se sienten en la frágil biodiversidad. “Se registra una alta mortalidad de aves, la mayoría endémicas, en la vía al canal”, afirma Washington Tapia, jefe técnico del Parque Nacional Galápagos (PNG)”.

El funcionario menciona además los daños ecológicos por la contaminación. “Nuestra recomendación técnica es suspender el ingreso de carros. Es suficiente y hasta excesivo el número”, dice.

Antonio Pérez, dirigente de la cooperativa de camionetas Cotransli, señala que la Ley de cooperativas les permite agremiarse y ellos no pueden cerrar las puertas.

“Nosotros cumplimos los requisitos y tenemos unidades nuevas”, justifica Pérez y se queja por la falta de control a los camioneteros piratas.

VIALES

SALARIOS
Un chofer percibe 300 dólares mensuales por laborar en una camioneta, pero debe entregar  40 dólares al día. Si hay más, es para el conductor; si es menos, se lo descuenta del sueldo.

CHOFERES
Conductores afirman que los dueños de carros prefieren contratar personas del continente, que ganan menos.

COSTOS
Un flete mínimo vale $ 1. El más costoso es de Puerto Ayora al Canal de Itabaca, $ 15.

EN BARCO
 El traslado de un carro desde Guayaquil a las islas vale $ 500.