La cantante mexicana Gloria Trevi, que ayer fue extraditada a México, dejó enemistades y admiradores en Brasil, país que la desconocía antes de enero del 2000, cuando la arrestaron en Río de Janeiro.

La mexicana dejó como desafectos a algunos policías que tenían la misión de custodiarla y a los que acusó de haberla violado, y como admiradores que conocían su música.

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Dos años después de que la justicia brasileña ordenara su extradición y tras dos días de espera en el aeropuerto de Sao Paulo, Trevi dejó el país acompañada por su hijo, Ángel Gabriel, en un vuelo comercial que debe llegar a Ciudad de México en la madrugada de hoy.

“Ella es un ejemplo de lucha por la libertad”, dijo Lindslaine Araújo, una adolescente fanática de Trevi.

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Acompañada de Claudia de Souza Paranhos, de 17 años, la amiga con quien fundó un grupo de admiradores, la adolescente se despidió de la cantante en la comisaría de Brasilia donde estuvo recluida hasta el jueves.

Trevi fue detenida en enero del 2000 en Río de Janeiro, donde vivía en la clandestinidad desde 1999 al lado de su empresario, Sergio Andrade, y de su corista, María Raquenel Portillo.

Hace dos años, la justicia brasileña determinó que los tres fuesen extraditados, pero el fallo fue obstaculizado por una serie de recursos legales interpuestos por la defensa.

Trevi deberá responder ante la justicia por cargos de violación, rapto y corrupción de menores.