Al pie del desaparecido teatro Guayas (Lizardo García y Clemente Ballén) hace varias décadas había dos salones, de cuyas rockolas salía la voz de la artista peruana Carmencita Lara, que parecía venir de melancólicos ensueños. Sus canciones trataban el tema de la traición y el desamor y con ellas alcanzó fama.