El periodismo debe usar un lenguaje sencillo y accesible a todos. Nada de metalenguaje. Pero una cosa es un lenguaje llano y otra los lugares comunes, que lejos de proporcionar fuerza a la información, la debilitan. Incluso la vuelven intrascendente.

Por la forma en que se emiten las noticias, parecería que todo es igual. Algunos  comunicadores sociales  utilizan siempre la misma fórmula de reporterismo y similares palabras. Lo único que cambia son los protagonistas.

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 Ayer en la mañana, Martha Aspiazu, reportera del ‘Noticiero Nacional’, de Gamavisión, daba cuenta de que “el paro de los agricultores irá hasta las últimas consecuencias”. También eran “hasta las últimas consecuencias” los paros de hace seis meses y los del año pasado. Después, la reportera dijo la palabra “hubieron” (el verbo haber no tiene plural. Debió decir hubo) y concluyó con que el gobernador “hizo un llamado”.

Pero Aspiazu es solo un ejemplo de lo que sucede con la mayoría de los reporteros de la televisión y hasta con los presentadores de noticias. Rafael Lecaro, también de Gamavisión, cerró ayer la última entrevista con la siguiente frase: “Desgraciadamente el tiempo es nuestro mayor enemigo”. Es una obviedad, que ni siquiera debe ser pronunciada. ¿No sería mejor utilizar ese poco tiempo de que disponen en la televisión, en más información, en vez de gastarlo tan ingenuamente recordando lo efímero del tiempo?