Enormes figuras oscuras sobresalen del agua, parecen fósiles de criaturas prehistóricas. Sin embargo, a medida que la canoa se aproxima, se descubre que se trata de árboles muertos a lo largo del río Bobonaza. Sus aguas oscuras se extienden, selva adentro, como una gigantesca boa convirtiéndose en la ruta fluvial para llegar, en canoa, a la comunidad Sarayaku, en la provincia de Pastaza.