El 17 de mayo de 2023 el presidente Guillermo Lasso aplicó el artículo 148 de la Constitución y con ello disolvió la Asamblea Nacional por grave crisis política y conmoción interna. Entonces el Parlamento tenía el 95,37 % de imagen negativa, según un informe de Click Research. Hoy un nuevo Legislativo, con más de 40 de los antiguos integrantes, regresa al pleno.

En las urnas, el 20 de agosto, los ecuatorianos dieron una nueva oportunidad a los reelegidos y a todos los que llegan a este periodo exprés fruto de la muerte cruzada. Es la puerta abierta a recuperar la credibilidad y respeto por la institución, a devolver con trabajo serio, honrado y permanente la confianza de la ciudadanía que les dio la representación.

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En cada nuevo comienzo, y no es la excepción en la Asamblea, hay una ocasión para demostrar que se puede ser mejor. Y en el campo político, servir con ética y diligencia a un pueblo esperanzado es una obligación que hasta ahora no ha estado a la altura de todos, por eso es un reto para el periodo legislativo que se inicia este 17 de noviembre de 2023.

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Esta Asamblea puede dar gobernabilidad al país, trabajar en conjunto con el Ejecutivo, sin más condicionamientos que el servicio para la población. No se deben repetir las confrontaciones, repartos o componendas vergonzosas. No caben pactos de la regalada gana ni metidas de mano a ninguna función del Estado, se necesitan acuerdos transparentes en los que el único beneficiado sea el desarrollo del Ecuador y sus habitantes.

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El gran desafío de los legisladores que estarán año y medio en funciones es ganarse el respeto y la confianza de la ciudadanía, es legislar y fiscalizar sin la contaminación de los intereses políticos.

La agenda debe establecerse de acuerdo a las soluciones que espera el país en materia de seguridad, trabajo, economía, salud, educación... Las prioridades están en manos de las autoridades, pero las exigencias llegarán desde la ciudadanía, que es el gran juez de quienes deben responder a esa nueva oportunidad ofrecida. (O)