Las noticias sobre la limpieza del estero Salado son frecuentes en Guayaquil. No obstante, la recuperación ambiental del estuario viene desde el siglo pasado y es una tarea esquiva sin el compromiso real de la comunidad y el impulso de las autoridades.

Son 250 toneladas de basura las que se recolectan por semana de las riberas y canales del Salado, una cantidad alarmante considerando que los frentes de intervención desde el siglo XX cuentan al Gobierno nacional, a la Alcaldía de Guayaquil, a organizaciones no gubernamentales y a la academia, involucrada con la defensa del medioambiente.

La Dirección de Aseo Cantonal y Servicios Especiales señala que son más de mil toneladas de desechos recolectados por mes. Para esto hay un equipo de 109 trabajadores y 17 embarcaciones.

Publicidad

El organismo municipal habla de la extracción de residuos sólidos no peligrosos, también de objetos como muebles y electrodomésticos dañados. El depósito en el estero de escombros sobrantes de obras de construcción o madera es una práctica que baja, pero no ha desaparecido.

En el compromiso municipal de velar por la limpieza del estero Salado, que es una de las riquezas naturales de la ciudad, debe buscar aliados en la educación, fortalecer campañas en territorio para quienes habitan en las inmediaciones del estuario y para la ciudadanía en general.

La academia es sin duda un actor importante y hay iniciativas por destacar. La Universidad Ecotec implementó en 2024 un proyecto de biorremediación para disminuir malos olores en ramales del estero.

Publicidad

Las mingas que organizan universidades son también importantes en la limpieza, pero la solución del problema radica en no contaminar y en esto la participación de la sociedad es imprescindible.

Desde cada trinchera las autoridades, la academia, las ONG deben hacer lo suyo para la descontaminación. Y también contagiar a la ciudadanía el buen hábito de no ensuciar. La salud ambiental y belleza del estero Salado puede rescatarse con el aporte de todos. (O)