Al menos una semana tomó al colectivo LGBTIQ+ convencer al alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez, de autorizar su desfile en el centro de Guayaquil el 1 de julio de 2023. El respeto es lo que se debe rescatar de toda la polémica que se generó cuando se sugirió cambiar el escenario por un tema de orden de tránsito, tan válido como las posturas de quienes insistieron en hacerlo en el sector tradicional. Que las partes se hayan sentado a dialogar y lograr un consenso es positivo.

El respeto por el ser humano no habla de razas, creencias, profesiones, niveles económicos u orientaciones sexuales. La libertad de elegir y la libertad de pensamiento son derechos que rebasan fronteras y que contribuyen a una vida en paz.

Los colectivos podrán recorrer el centro de Guayaquil, el 1 de julio, en un desfile que replica los que se iniciaron en la década de los 70 en Estados Unidos y que cada año se repite conmemorando el Día del Orgullo LGBTIQ+, 28 de junio. No hay triunfadores o perdedores: hay un acuerdo en el marco del respeto y la dignidad humana, y así debe entenderse y desarrollarse cada accionar de las personas.

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Es una oportunidad para revisar las reacciones y argumentos de todos los sectores sin caer en provocaciones ni ofensas. En redes sociales el debate estuvo lejano a los razonamientos: hubo insultos a favor y en contra. Y esto ocurre en los debates políticos, regionales, deportivos y otros. Ninguno debería justificarse.

Para lograr un país con mayores posibilidades de encuentros, unión y desarrollo, hay que empezar por una convivencia donde el respeto es absolutamente necesario en todos los ámbitos.

¿De dónde viene? Del hogar, de la escuela, del Gobierno, de la formación de cada individuo, de las políticas y de la necesidad de un Ecuador sin discrimen y con menos violencia verbal y física.

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Al Ejecutivo le corresponde velar por el bienestar de todos los ecuatorianos. Y si esto, como dijo el ministro de Turismo, Niels Olsen, también impulsa la economía, hay otro argumento ahí que merece respeto. (O)