La fiesta de San Valentín será el viernes venidero. En nuestro país esta festividad y la de carnaval son las únicas laicas, no impuestas por ninguna religión estatal ni clerical. La celebra el 69 % de los ecuatorianos que seguramente piensan que el amor, la más importante de las pasiones humanas, merece ser resaltado. El 14 de febrero es sobre todo el día de los enamorados, de los novios, de los amores silenciosos, no correspondidos o muertos, es decir, de las relaciones románticas por excelencia. Es el día de las parejas, de los casados, de los arrejuntados y aun de los amores clandestinos, que lo tienen como fecha de regocijo. También se dice que es el día “del amor y la amistad”, pero es una precisión innecesaria, pues la amistad es una forma de amor.
¿De qué clase de amor estamos hablando? En griego, el idioma de los filósofos y de los libros del Nuevo Testamento cristiano, encontramos por lo menos tres vocablos para referirse al amor. El primero es el ágape. Es un amor incondicional, pero consciente. Es ilimitado y no exige nada a cambio. Lo identificamos con el amor maternal, que desea todo para el bien de su hijo, llegando al extremo de su pérdida, como en el caso del juicio de Salomón, que ilustra a la perfección ese sentimiento. ¿Y el amor paternal? Las mujeres nacen con su instinto maternal; los hombres “aprendemos a ser madres” cuando tenemos la dicha de ser padres. Otro término griego para nombrar el amor es eros. Se trata de una pasión avasalladora pero condicionada a la posesión del amado; lo sienten los hijos pequeños por la madre, a quien quieren literalmente comerse. Al llegar a la adolescencia, el eros gira hacia la pareja, a quien aman y desean con frenesí, ¡ay de los que permanecen hasta la adultez prendidos del seno materno! El lactante y el amante sufren mal cuando el objeto de su amor los desampara por segundos y experimentan la malsana tendencia de los celos con su estela de violencia. Y la tercera palabra griega identificable con el amor es la filia. El niño la descubre con sus hermanos y compañeros, y se ha de identificar con la amistad. Es un sentimiento apacible, incondicional, aunque no ilimitado.
Cuando el niño madura, el amor por los padres evoluciona hacia una forma de amistad; entonces los ambientes familiares se vuelven armoniosos y equilibrados. Los padres siempre serán padres, tentados por la fuerte tendencia del amor maternal, pero aprenden y llegan a ser amigos de los hijos; si lo logran, sus relaciones serán óptimas. Está comprobado que la pasión amorosa propia del eros, el afán ilimitado por poseer, en todo sentido, al amado, a su pareja, tiene una duración aproximada de una década, al cabo de la cual las manifestaciones psíquicas y aun fisiológicas del enamoramiento se atenúan marcadamente.
Serán felices las parejas que logren dar el paso del eros a la filia, del romance incontrolable a la amistad tolerante y generosa, que no tiene por qué excluir las relaciones carnales. El amigo quiere el bien de su amigo, no su posesión: esa es la clave. Todos viviremos momentos de eros, de ágape y de filia, caras del gran sentimiento amatorio, factor forzoso de nuestra felicidad. Que el viernes tengan un feliz Día del Amor. (O)