Cuando se tiene que lidiar con un personaje que solo profiere, con voz estentórea, insultos, amenazas y órdenes apocalípticas; que tacha, escondido tras las bayonetas, de cobardes a los opositores desarmados, por no presentarse ante sus llamados fiscales y dizque jueces, no puede uno sino concluir que por estas características debe haberlo seleccionado el coronel Hugo Chávez para sucederlo; con este ungido –habrá pensado el comandante– no habrá diálogos ni entendimientos, solo imposición dictatorial por todo el tiempo posible.

Recordemos que luego del fallido golpe de Estado del coronel Chávez, para derrocar al presidente Andrés Pérez, fue condenado a prisión y el siguiente presidente venezolano lo amnistió; ya libre, visitó a Fidel Castro, quien lo recibió como a un héroe; Castro estaba interesado en el petróleo de Venezuela y apoyó decididamente al joven coronel; cuando este fue electo presidente, pródigamente cubrió todas las necesidades de petróleo de Cuba, lo que sigue hasta el día de hoy. Millares de educadores, de médicos, de burócratas, dominaron la administración venezolana. Esto explica la estrecha vinculación ideológica de las dos dictaduras, que tienen en los Estados Unidos el enemigo común.

Cancerbero de la dictadura

Nicolás Maduro ha consentido que Edmundo González Urrutia parta como asilado a España; le entregó el salvoconducto necesario. El exiliado voluntario, muy débilmente, pide diálogo, pero no reivindica fuertemente su victoria. Como toda su actuación ha tenido lugar a la sombra de María Corina Machado, pocas esperanzas hay de que pueda hacer algo más exitoso que Juan Guaidó, cuando este fuera reconocido como legítimo presidente por más de cincuenta países de América y Europa. Todas las esperanzas de libertad se centran en esta nueva Juana de Arco, la admirable líder María Corina Machado; también existen preocupaciones por su suerte ante un régimen tan brutal.

Ella se ha quedado en su país y sigue invitando al pueblo a la lucha.

Los patitos feos

Maduro está rompiendo con regímenes que han sido cercanos a Chávez y a él mismo: Le ha retirado, ofensivamente, a Brasil la autorización que tenía para representar los intereses de Argentina en Venezuela, cuando estos cortaron relaciones entre ellos; esto ha sido rechazado por varios países; así quedaron desprotegidos los venezolanos opositores –partidarios de María Corina Machado– que buscaron protección en la Embajada argentina en Caracas, a la que está hostigando cortándole los servicios fundamentales, como agua y electricidad. Parece, al momento, que ha desistido de tomarse el local; tal vez teme recibir las reacciones que hubo contra Ecuador cuando la toma de la Embajada de México en Quito, en que fuera condenadas por la OEA, la Unión Europea y la ONU. Este asunto está para la resolución de la Corte Internacional de Justicia, que puede tomarla en cualquier tiempo. Probablemente, Maduro teme una reacción adversa de México, país ideológicamente afín.

La impugnación a los fraudulentos comicios en Venezuela, aunque legal y moralmente muy fuerte, puede diluirse si no hay una vigorosa acción de América y Europa. (O)