Esta catástrofe, velada por su gran extensión, expone las profundas grietas de las estructuras asentadas tras la Segunda Guerra Mundial.
Que la oscuridad no sea una sustancia sino una ausencia lo demuestra hasta la vela más pequeña.
Una estructura orgánica se distingue por su capacidad de adaptación y regeneración.
A menos que los nuevos líderes políticos se coordinen con esta libertad original, se verán restringidos en el statu quo.
Que la inercia frente a la creciente automatización reduzca la necesidad de pensar no es progreso.
Evidentemente, como muchos ya afirman, hacen falta valores. Pero los que hemos heredado son los que nos condujeron a esto.
La amenaza que representa el crimen organizado es de proporciones descomunales para la región.
Maduro no parece dudar de repetidas veces violar los acuerdos que, con altavoz, una y otra vez ha prometido cumplir.
La soberanía no se encuentra fuera, sino dentro de la persona singular. La consciencia de esa emancipación es lo que no deja dormir a los que abusan del poder.
La persona singular ha de ser partícipe de la reflexión, porque el edificio se apoya en sus cimientos y no en los pisos superiores.
Si la comunidad no nace desde sus partes constitutivas, le queda entonces lo que ya existe, que es recibir orden desde arriba...