El secretario general de la ONU declaró que la incursión de los milicianos armados en Israel en octubre de 2023 “no ocurrió de la nada. El pueblo palestino ha sido sometido a 56 años de ocupación asfixiante (desde la guerra de 1967, en que se apoderó parcialmente de su territorio), ha visto sus tierras constantemente devoradas por los asentamientos y plagadas de violencia, su economía asfixiada, desplazada y sus hogares demolidos. Sus esperanzas de una solución política a su difícil situación se han ido desvaneciendo. Pero esos agravios no pueden justificar los horribles ataques de Hamás”. El Ejército israelí admitió que el 7 de octubre hubo una “inmensa y compleja cantidad de fuego amigo”, con el cual numerosas víctimas murieron por sus propios disparos, pero ellos dijeron que “no sería moralmente sensato investigarlas”.
Más de 42.000 personas han sido asesinadas en Gaza, más de la mitad niños y mujeres, en algunos casos por jóvenes soldados que su país los manda a morir; miles yacen bajo los escombros. De octubre de 2023 a mayo de 2024 se han lanzado 75.000 toneladas de bombas en la Franja, 36 kilos por cada gazatí. En el campamento de refugiados de Jabalia, donde se concentraban 116.000 personas en un área de 1,4 km², por matar a un comandante y otros miembros de Hamás, aniquilaron a decenas de personas; lo llaman “daños colaterales inevitables”. Israel asegura que ha eliminado a 17.000 combatientes de esa organización, de los 42.000 asesinados, lo que significa que castiga a una población a cuenta de su legítima defensa.
El hambre también los mata, por las severas restricciones impuestas a la ayuda humanitaria. Una diputada israelí expresó que la venganza es un valor, que había que actuar sin piedad. “Un corredor humanitario es un error, que quita una herramienta de negociación”. Los habitantes de Gaza ya soportaban un asedio antes de la incursión de Hamás.
Israel no podría cometer el genocidio en Gaza y Cisjordania sin el apoyo de EE. UU. de América. El presidente Biden, siendo senador, expresó que el dinero que daban a ese país era la mejor inversión que podían hacer, ya que, “si no existiera Israel, EE. UU. tendría que inventar uno para proteger (sus) intereses en la región”. Desde 1946 a 2022 le ha entregado $243.900 millones, $ 225.000 al sector militar.
$ 23.000 ahora a más de $3.600 anuales, todo en millones. También en el campo diplomático es su principal aliado: ha vetado en el Consejo de Seguridad de la ONU casi todas las resoluciones que hacen justicia a Palestina y condenan al Estado terrorista, incluyendo las relativas a la fase actual del conflicto que pretendían detener la masacre.
La humanidad espera que pronto la Corte Internacional de Justicia declare la responsabilidad de Israel por genocidio y que la Corte Penal Internacional ordene el arresto de sus funcionarios implicados. Contra los de Hamás, también acusados por el fiscal, no lo podrá hacer porque fueron asesinados. No habrá paz sin justicia, sin una solución justa, el primer ministro israelí ha mostrado mapas en los que incorpora Cisjordania al territorio hebreo. (O)