La actuación del señor Erik Prince demuestra lo que dice el título de este texto y lo comentaré al final de lo escrito en esta columna.
Solo hay que revisar la historia para comprobar que los pueblos que contratan mercenarios luego terminan sometidos a ellos. Unos pueblos muy ricos los han contratado para aliviar a sus propios ciudadanos o súbditos de las tareas de defensa, y otros, por sentirse muy débiles ante vecinos poderosos. Pocos han estudiado los riesgos que corren las naciones que no pelean con soldados propios, como lo advirtió Maquiavelo, quien en la Italia del Renacimiento vio cómo pequeños Estados, para imponerse a sus vecinos o a sus propios pueblos, se aliaron con fuertes Estados, como Francia, España o Austria.
La seguridad de los ecuatorianos
Es patético que, a pesar de que Estados Unidos le ha comunicado oficialmente al Ecuador que no le interesa contar con una base como la que tuvieron en Manta, el Gobierno sigue intentando una reforma que elimine la disposición constitucional que las prohíbe.
Pero, si lo consiguen, eso significaría que la relación sería con un Estado y no con mercenarios que no responden al derecho. Lo primero que pedirán es que los eximan de responsabilidad ante las leyes ecuatorianas. Esta compañía ya estuvo en el Ecuador, en la base de Manta, sustituyendo a otra compañía de mercenarios, la Dyn Corp –cuya presencia denuncié yo–, pero que, al menos, respondía ante las leyes de Estados Unidos; la actual sola actuaba, en ese entonces, para actividades de “limpieza y mantenimiento”. Actuaron en Irak, donde fueron inculpados por asesinatos en Bagdad y, al ser condenados por jueces estadounidenses, solo pudieron salir libres por el indulto que les concedió el presidente Trump. ¿El Ecuador va a eximir a estos mercenarios del sometimiento a las leyes penales ecuatorianas? No puede.
Dejando aparte lo legal, ¿está el Ecuador en condiciones de asumir los enormes costos que implicaría una contratación de mercenarios? Nuestros militares están muy bien preparados, y eso no lo defendió el ministro de Defensa porque no los conoce.
Con irrespeto al país, el señor Erik Prince se entrometió en la política ecuatoriana pronunciándose a favor del candidato-presidente y lo hizo, sobre todo, en el programa Vera a su manera, delante de los ministros de Defensa y del Interior. Luego, y mucho más grave todavía, esta persona se refirió a algo sagrado: la vida privada de la candidata señora Luisa González. Esto descalifica al mercenario y el Gobierno debería expulsarlo del Ecuador.
El señor Prince afirmó que han sido mercenarios ilustres personajes de la historia universal, como el héroe de dos mundos, el marqués de Lafayette, dueño de una inmensa fortuna, quien combatió en la guerra de independencia de Estados Unidos a las órdenes de Washington, y fue luego de los promotores de la Revolución francesa.
No soy partidario de la participación de mercenarios, cuya presencia mancha la causa. Nuestras Fuerzas Armadas deben ser fortificadas, al igual que la heroica Policía Nacional. (O)