Me he acordado de esta afirmación de Gregorio Marañón, a propósito de la información del ente regulador de la electrificación, Celec, de que el país no ha recuperado en absoluto los anteriores niveles de producción energética, información que se la dio inmediatamente después de que el Gobierno anunciara una disminución de los recortes de provisión de luz, de electricidad.
Algunos entendieron eso como una desautorización a lo anunciado por el presidente de la República; yo diría que esa información de Celec no es sino la precisión de una información relevante para que la población no se cree falsas expectativas sobre una mejora de la terrible situación que vivimos. Si no han mejorado los niveles de los reservorios del Paute, y si ha vuelto a contraerse el flujo de la corriente que alimenta a las turbinas de Coca-Codo Sinclair, que aumentó notablemente la semana anterior, es preferible obrar prudentemente y no arriesgarnos a empeorar las cosas, gastando ahora lo que tal vez no mejorará en un largo tiempo. Debemos siempre vivir en la realidad, con la verdad; repitamos lo de Marañón: “La verdad nunca es antipatriótica”.
Este asunto pudo manejarse mejor, como la manifesté hace una semana, iniciando cortes más moderados desde principios de año, y, así, las personas y las empresas pudieron manejarlos más ordenada y eficientemente, y compensar en algo el abandono del sector eléctrico en los últimos cinco, siete años, en los dos últimos gobiernos, como lo ha señalado el nuevo subsecretario de Electricidad. Las leyes de No Más Apagones han demostrado ser casi inservibles; el proyecto presentado estos días de poco servirá, particularmente, si no se soluciona el problema de las garantías para las inversiones del sector privado.
Obviamente, la falta de energía eléctrica, de luz, los apagones, y las consecuenciales contracciones de la economía, pérdida de puestos de trabajo, que empiezan a afectar a todas las familias, tendrán un efecto en los resultados de las próximas elecciones, a lo que se añadirán las disputas sobre impugnaciones a la inscripción de candidaturas.
Difícil de entender, la oportunidad de la eliminación de la prohibición constitucional de instalar bases militares extranjeras en nuestro suelo: se prevé que la eventual consulta a la ciudadanía tenga lugar con la, también, eventual segunda vuelta electoral; imaginando consecuencias, la selección del país al que se le solicitaría instalar una base militar en nuestro suelo dependería de gusto, de la ideología del ganador de esa elección. Los proponentes de contar con una base extranjera pensaron en Estados Unidos, pero, hasta lo último que conocimos, hubo una declaración de la embajada de ese país de que no estaban interesados en instalar una base militar, como la que tuvieron en Manta; el Gobierno ecuatoriano debería hacernos conocer si el Gobierno norteamericano ha variado su posición. Y si no es él, ¿quién, entonces? ¿Rusia o China? Se ha cometido un serio error al mezclar las votaciones de elección de autoridades con el asunto de autorizar bases militares. (O)