En este espacio he publicado contenidos relativos al rol de la Unesco en el concierto internacional. Sin lugar a dudas, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ocupa el sitio de mayor relevancia mundial en los temas de su competencia. En ese espacio, que es el de todos porque los Estados del mundo son quienes lo conforman y le dan identidad, se generan declaraciones, recomendaciones y otros documentos desde la perspectiva recurrente del respeto a los derechos humanos y a la Carta de las Naciones Unidas, que son textos magníficos que recogen lo más sutil y concreto del anhelo humano relacionado con la búsqueda de la paz, la igualdad de los seres humanos, el respecto a la dignidad de la persona o la obligación de preservar la naturaleza, todo con el objetivo mayor de garantizar la supervivencia.
La voz de la Unesco es alta y fuerte, incide en la política mundial y en las nacionales, pues los instrumentos aprobados por la Asamblea General forman parte del ordenamiento jurídico interno de los países, inspirando enfoques y criterios que son defendidos por ciudadanos y organizaciones que los hacen suyos como objetivos de su vida social. La Unesco sugiere y provoca adhesión a los grandes principios morales que se encuentran siempre como fundamentos de sus declaraciones, convirtiéndose en insoslayables fuentes de referencia tanto para el actuar como para la defensa moral de esas acciones.
El combate al racismo, la bioética y los derechos humanos, el tratamiento sobre la discriminación en todas sus formas o la específica en contra de la mujer, la protección de la diversidad biológica, la protección de los pueblos indígenas y tribales o de la diversidad cultural, y tantos otros aspectos orientados todos a la búsqueda del cuidado de la vida, el respeto a la dignidad de las personas y a la igualdad, son resultados concretos del pensamiento moral de toda la humanidad que, unida institucionalmente en la Unesco, aprueba documentos que son verdaderos cantos a la vida, a la paz y armonía, como caminos de sostenibilidad y supervivencia.
Pese a la universalidad y juridicidad de la producción de la Unesco, los países no siempre ejecutan (...) sus propios criterios.
Sin embargo, esto no es evidente para todos. No relacionamos y tampoco comprendemos con la debida claridad que las luchas de personas y grupos en contra del racismo, la discriminación de cualquier tipo, la destrucción de la naturaleza, así como las iniciativas para buscar un futuro mejor y evidenciar la responsabilidad de las generaciones actuales frente a las próximas o el cuidado de la diversidad cultural, se encuentran en los textos producidos por la Unesco, que en definitiva son elaborados por el Ecuador y los otros países que participan organizadamente en todos los debates previos a la adopción de una u otra declaración, convenio o recomendación.
Pese a la universalidad y juridicidad de la producción de la Unesco, los países no siempre ejecutan en la práctica sus propios criterios. Falta un mecanismo operativo o un mayor nivel de consciencia, sobre todo en las grandes potencias mundiales, que permita que el ideal de todos, objetivado en el derecho internacional público, tenga más vigencia en la cotidianidad planetaria. Ese es el desafío. (O)