Asumiendo que solo “él” puede gobernar, a nombre propio, o por “designado”, la tentación de no perder el control del poder para temperamentos autoritarios aparece como “irresistible”. No es cuestión de ideología.

En actores de derecha, tachados de fascistas, Donald Trump cuando perdió la reelección ante Biden, en enero del 2021, propició un levantamiento; y Jair Bolsonaro montó un golpe de Estado cuando no pudo reelegirse porque perdió ante Lula da Silva, el 2022. En El Salvador, Nayib Bukele, elegido el 2019, está en segundo periodo desde el 2024, reformando la constitución a su conveniencia, para quedarse de largo.

En gobiernos que han asumido ser de izquierda, están los casos de Venezuela y de Nicaragua. Hugo Chávez llegó a la Presidencia de Venezuela por elección en 1999, luego vino Constituyente y siguieron reelecciones. A su muerte, con procesos similares, la posta del poder la tomó Nicolás Maduro, su escogido. ¿Hasta cuándo seguirá Maduro? En Nicaragua, Daniel Ortega estuvo en la Junta del Gobierno de Reconstrucción, 1979–1984, Ortega fue presidente de Nicaragua de 1985 a 1990. Perdió en las tres elecciones siguientes, pero triunfó en las elecciones del 2006, y desde entonces ha sido reelegido en 2011, 2016 y 2021. Desde el 30 de enero de 2025, con reforma a la Constitución, se estableció un sui géneris sistema copresidencial en que los copresidentes son los cónyuges Daniel Ortega y Rosario Murillo. En Nicaragua, se priva de libertad y de la nacionalidad a los opositores.

Vladimir Putin fue presidente del Gobierno de Rusia 1999-2008, y, tras un periodo de pausa, es presidente de la Federación de Rusia desde el 2012. Sus opositores que no sufren accidentes son conspiradores, igual que sus abogados y aun los periodistas que informan sobre aquellos, que son procesados y privados de libertad, algunos enviados al Ártico. Su última reelección fue en marzo del 2024. La participación se elevó al 74,22 % de los 114 millones de empadronados y obtuvo cerca del 88 % de los votos. Puede ser reelecto hasta 2036.

Es curioso que el presidente Trump justifica su negociación con Rusia sin tomar en cuenta a Ucrania, cuyo territorio fue invadido por Rusia, porque “el presidente Zelenski es dictador, se niega a celebrar elecciones y ocupa un lugar muy bajo en las encuestas ucranianas (…), lo único que se le daba bien era jugar con Biden”.

El presidente estadounidense en un mensaje en su plataforma Truth Social escribió: “Amo a Ucrania, pero Zelenski ha hecho un trabajo terrible, su país está destrozado y millones han muerto innecesariamente”.

Podría agregar otros casos de intoxicados de poder, que patearon el tablero democrático.

En las elecciones de segunda vuelta presidencial el 13 de abril del 2025, ¿habrá riesgo de sector político que piense en quedarse de largo en el Ecuador, con los malos ejemplos que hay en el mundo?

Los ecuatorianos queremos un orden jurídico que se respete, certezas, no cuentos ni impunidad. Ni títeres ni titiriteros. Un gobierno que lo sea con firmeza, sí con sensibilidad para corregir errores y omisiones y que sea oportuno. (O)